Autora: Ana Muñoz


La ansiedad es la respuesta que se produce cuando interpretas una situación como amenazante y consideras que no serás capaz de hacerle frente de manera adecuada y que, además, tendrá consecuencias sumamente desagradables.

Por ejemplo, si tienes que hablar en público puedes sentir ansiedad porque piensas que te quedarás en blanco y harás el ridículo; puedes sentir ansiedad al conducir un coche porque ves la situación como muy peligrosa y piensas que tendrás un accidente, que conducirás mal, que los demás conductores te insultarán, etc.

Por tanto, lo que determina que sientas o no ansiedad no es la situación en sí misma, sino la interpretación que hagas tanto de la situación como de tu capacidad para afrontarla.

¿Qué hace que aumente la probabilidad de sentir ansiedad?

Cuanto más realista sea tu interpretación de la situación, menos probabilidad tendrás de sentir ansiedad; por este motivo, es muy importante pensar correctamente. Las personas más ansiosas tienden a exagerar las consecuencias negativas que pueden tener lugar.

Cuando más realista sea la opinión que tienes de ti mismo/a y tu capacidad para afrontar las diversas situaciones de la vida diaria, menos probabilidad tendrás de sentir ansiedad. Las personas ansiosas tienden a considerarse menos capaces de lo que en realidad son.

Cuanto más dispuesta esté una persona a aceptar y soportar el malestar de las situaciones más problemáticas o difíciles, menos probabilidad tendrá de sentir ansiedad. Las personas más ansiosas piensan que no podrán soportar el malestar emocional que sentirían.

Por el contrario, cuanto mayor sea tu predisposición a buscar soluciones para afrontar las situaciones temidas, en vez de huir de ellas, menos probabilidades tendrás de sentir ansiedad.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

La ansiedad produce una activación física, acompañada de una serie de síntomas fisiológicos como aceleración del ritmo cardiaco, sudoración, sensación de mareo, sensación de falta de aire, temblores, tensión muscular, dolor abdominal, respiración agitada, sensación de nudo en la garganta, deseo urgente de orinar, rubor facial o palidez, etc.

A nivel emocional, aparecen síntomas como sensación de miedo y peligro, inquietud, incomodidad o pánico.

A nivel cognitivo pueden producirse problemas para concentrarse y para pensar o recordar, y confusión mental. También suelen aparecer pensamientos catastrofistas, como "lo estoy haciendo fatal, es horrible, haré el ridículo, no valgo para nada..."

Pueden producirse también movimientos nerviosos y los músculos pueden volverse rígidos, lo que hace que los movimientos sean torpes, poco precisos o bruscos, y que no se pueda realizar correctamente ciertos movimientos como escribir.

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