Autora: Ana Muñoz


En principio, no hay nada malo en querer hacer las cosas lo mejor posible, pero la persona perfeccionista de la que vamos a hablar en este artículo exhibe un perfeccionismo exagerado que acaba perjudicando su tarea, en vez de ayudarle a rendir mejor.

Si con frecuencia tienes la sensación de que lo que haces nunca es suficiente o nunca está lo bastante bien; si con frecuencia tardas demasiado en entregar trabajos o proyectos porque tratas de mejorarlos más y más; si tienes la sensación de que debes rendir más del 100 % en todo lo que hagas, tanto si es importante como si no o de lo contrario piensas que eres un fracaso; si tienes problemas de ansiedad social; entonces es muy probable que seas una persona excesivamente perfeccionista, y que ese perfeccionismo te cree problemas en tu trabajo e inseguridad o te haga posponer tareas.

El perfeccionismo se relaciona con una serie de pensamientos y comportamientos destinados a alcanzar unas metas demasiado elevadas y poco realistas. Al establecer metas inalcanzables, el perfeccionista, está interfiriendo en sus propias posibilidades de tener éxito. Además, el deseo de ser perfecto hace que una persona nunca se sienta satisfecha con sus logros, porque nunca le parecen suficientes, de modo que puede obtener poca o ninguna satisfacción de lo que hace.

Qué causa el perfeccionismo

Por lo general, los perfeccionistas han aprendido desde su infancia que los demás los valoran por sus logros, y no por sus cualidades personales. Pueden haber vivido en un ambiente en el que los fallos no son aceptados o tolerados, o en el que el fracaso es considerado como algo terrible, que traerá consecuencias muy negativas (castigo, rechazo, humillación, etc.).

Como consecuencia, puedes haber aprendido a valorarte a ti mismo/a en función de la aprobación de los demás. De este modo, tu autoestima estará basada en hechos externos. Esto puede hacer que seas demasiado sensible a las críticas y opiniones de los demás, pues tu autoestima depende de ellas. Para protegerte de dichas críticas y mantener tu autoestima alta, intentarás hacer perfecto todo aquello que pueda ser objeto de crítica por parte de los demás, todo aquello en lo que los demás puedan observarte y juzgarte.

Modos de pensar y miedos que pueden estar asociados al perfeccionismo

Miedo al fracaso. Los perfeccionistas asocian el fracaso con una falta de valor personal ("Si fracaso en algo, no valgo nada en absoluto, soy una nulidad").

Miedo a cometer errores. Para los perfeccionistas, cometer un error es igual a fracasar, y fracasar significa ser un fracaso como persona. Al estar demasiado centrados en tratar de evitar cometer errores, pierden oportunidades de crecer y aprender.

Miedo a la desaprobación de los demás. Creen que si dejan que los demás vean sus defectos o fallos, los rechazarán. Intentar ser perfecto es un modo de protegerse de las críticas, el rechazo o la desaprobación de los demás.

Pensamiento dicotómico (de todo o nada). Es decir, se van de un extremo a otro sin tener en cuenta los términos medios, de modo que si no hacen las cosas perfectas, consideran que no valen nada, que son estúpidos, etc. Así, si un/a estudiante que suele sacar la nota más alta, recibe una nota que es sólo un poco más baja, considera que ha fracasado.

Reglas rígidas basadas en "deberías". Los perfeccionistas están llenos de reglas rígidas que les dicen cómo deberían vivir sus vidas (debería estar ganando más dinero, debería tener un trabajo mejor, debería estar siempre a la altura, debería saber qué decir en todo momento, etc.). Con este énfasis excesivo en lo que deberían o no deberían hacer, dejan poco espacio a sus verdaderos deseos y necesidades. Además, sus deberías están dominados por el miedo al rechazo y las opiniones de los demás, Por tanto, si piensa, "debería tener un trabajo mejor", tal vez sólo esté teniendo en cuenta lo que la sociedad o las personas que lo rodean considera un trabajo mejor, pero no sus verdaderos deseos respecto al tipo de trabajo que quiere hacer.

Tienden a pensar que los demás tienen éxito con facilidad, con mínimo esfuerzo, pocos errores, poco estrés emocional y gran confianza en sí mismos, y al mismo tiempo ven sus propios esfuerzos como interminables e inadecuados.

El círculo vicioso del perfeccionismo

En primer lugar, los perfeccionistas se exigen metas inalcanzables. Después fracasan al intentar alcanzarlas debido a que son imposibles de conseguir.

La constante presión para alcanzar cosas y el fracaso repetido reduce su productividad y eficacia.

Esto hace que se culpen y se critiquen a sí mismos, lo cual puede dar lugar a baja autoestima, depresión y ansiedad. Al final, puede llegar un momento en que se rindan, pensando que no consiguen nada, hagan lo que hagan, o bien pueden marcarse metas diferentes (pero igual de inalcanzables) y pensar: "esta vez lo lograré porque lo intentaré con mucha más fuerza", poniendo en marcha de nuevo el círculo vicioso.

El perfeccionismo en las relaciones

Los perfeccionistas tienden a anticipar o a temer el rechazo y la desaprobación de los demás. Debido a este miedo, tienden a reaccionar de un modo exagerado a las críticas y, al hacer esto, frustran a los demás y los alejan de ellos.

Además, con frecuencia tienden a exigir a los demás unos estándares tan altos como se exigen a sí mismos, de manera que pueden resultar poco tolerantes y demasiado críticos con los demás.

En sus relaciones con otras personas también intentarán ser perfectos en todo momento (decir siempre lo correcto, actuar del modo apropiado, nunca quedar mal, no cometer errores, ser conversadores perfectos, etc.), lo cual puede producirles una gran ansiedad, pues cuanto más se exija una persona a sí misma, más probabilidades tendrá de fracasar y mayor será su miedo al fracaso. Esto puede dar lugar a problemas de ansiedad social o fobia social.

Los perfeccionistas intentarán evitar que los demás vean sus errores, para no ser criticados y rechazados, de modo que no se abrirán a los demás, sin darse cuenta que el hecho de abrirse a otras personas hace que sean percibidos como más cercanos y más humanos.

Por todo esto, los perfeccionistas suelen tener problemas en sus relaciones con los demás, pueden tener ansiedad social y relaciones más superficiales e insatisfactorias.

Perfeccionismo y salud física

La psicóloga Dayna Lee-Baggley estudia el impacto que el perfeccionismo tiene en la salud física y la asociación existente entre el perfeccionismo y ciertos trastornos físicos, como los dolores de cabeza.

"Existen numerosas investigaciones sobre cómo el perfeccionismo aumenta el riesgo de problemas psicológicos como ansiedad, depresión o trastornos de la alimentación", explica lee-Baggley, "Pero no existen muchas investigaciones sobre cómo el perfeccionismo es un factor de riesgo para el bienestar físico. Estoy interesada en entender las consecuencias en la salud física de las personas que viven bajo el estrés que suponen los estándares no realistas".

Lee-Baggley trabaja con el psicólogo Paul Hewitt, uno de los principales expertos en el estudio del perfeccionismo, quien ha desarrollado una escala para medir tres facetas del perfeccionismo:

1. Perfeccionismo orientado hacia uno mismo.

2. Perfeccionismo orientado hacia los demás (es decir, esperar que los demás sean perfectos).

3. Perfeccionismo socialmente prescrito (pensar que los demás esperan que seamos perfectos y no tolerarán nuestros fallos).

Las personas que puntúan alto en una o más escalas tienen un mayor riesgo de tener trastornos físicos o psicológicos.

Lee-Baggley estudió la asociación entre el perfeccionismo y el dolor de cabeza en un grupo de 340 personas. Los resultados de su estudio mostraron que las personas que exhiben rasgos perfeccionistas tienen un mayor riesgo de padecer dolores de cabeza.

"Los perfeccionistas viven bajo una presión constante, en un mundo donde no pueden cometer errores, donde no pueden fracasar. Cuando consideran que han fracasado pueden estar predispuestos a padecer dolores de cabeza".

Qué puedes hacer si eres demasiado perfeccionista

Lo más importante es darse cuenta de que el perfeccionismo excesivo es un rasgo indeseable que hay que cambiar, pues te hace plantearte metas que son inalcanzables y no estar nunca satisfecho con tus logros, porque nunca son suficientes. O incluso puede llevarte a evitar tareas por miedo a fracasar.

El siguiente paso, consiste en modificar el modo de pensar y los comportamientos que alimentan el perfeccionismo.

Establece metas razonables, realistas y alcanzables, basadas en tus propias necesidades y en lo que has logrado en el pasado (es decir, establece tu metas un paso adelante de lo que hayas logrado en el pasado). Esto te facilitará el triunfo y aumentará tu autoestima.

Establece metas sucesivas de un modo secuencial, paso a paso. Cada vez que alcanzas una meta, establece otra un nivel por encima de la anterior y así sucesivamente.

En vez de exigirte un nivel de éxito del 100 % siempre, establece diferentes niveles en diferentes tareas. Por ejemplo, en algunos casos puedes proponerte sólo un 60 % de eficacia y pensar que eso es suficiente. No necesitas dar lo mejor de ti en todo momento, en todo lo que hagas. Además, algunas cosas se te darán mejor que otras. Si, por ejemplo, no se te da muy bien el deporte, acepta que es así, no te exijas un nivel de eficacia del 100 %, sino confórmate con el 50 % y diviértete mientras lo practicas.

Céntrate en el proceso cuando haces algo y no sólo en el resultado. Evalúa tu éxito, no sólo en función de lo que has logrado, sino también en función de lo que has disfrutado haciendo la tarea. Por ejemplo, si pasas tiempo preparando un trabajo que luego no sale bien, pero has disfrutado haciéndolo y has aprendido cosas nuevas, entonces no ha sido un fracaso aunque no hayas alcanzado tu meta. Reconoce que puede haber valor en el proceso de perseguir una meta, no solo en el hecho de alcanzarla.

Si sientes ansiedad, depresión o estás abrumado/a, usa esas emociones para aprender lo que tienen que decirte y pregúntate: ¿Por qué me siento así? ¿Es porque he establecido metas poco realistas, inalcanzables o excesivas?

Afronta tus miedos preguntándote: ¿De qué tengo miedo? ¿Es tan terrible si pasara tal cosa? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué probabilidades hay de que lo peor ocurra?

Ten presente que muchas cosas sólo pueden aprenderse cometiendo errores. Cuando comentas un error, pregúntate: ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Cómo puedo mejorar la próxima vez para no cometer este error?

Evita el pensamiento dicotómico y trata de tener en cuenta los aspectos intermedios. Aprende a diferenciar las tareas prioritarias de las que son menos importantes. En las tareas menos importantes, no te exijas tanto como en las más importantes.

También te puede interesar: