Autora: Ana Muñoz


Llevar una vida demasiado ajetreada puede ser una gran fuente de estrés. Si tus días pasan sin que apenas puedas pararte un rato a descansar, tal vez necesitas simplificar un poco tu vida. Para ello puedes hacer lo siguiente:

1. Elimina de tu vida las relaciones negativas

Las relaciones de amistad o de otro tipo excesivamente críticas, impredecibles, competitivas o que resulten dañinas por cualquier otro motivo, solo sirven para complicarte la vida y no te traen nada bueno. Evalúa las relaciones que hay en tu vida para ver si son positivas o negativas y líbrate de aquellas que te hagan más mal que bien. Ten en cuenta que una persona que a veces es amable contigo mientras que otras veces te deja por los suelos, es incluso peor que una persona que se comporta de un modo negativo contigo de manera constante porque te pilla desprevenido, te descentra y nunca sabes qué esperar.

De hecho, las relaciones con los demás son la principal fuente de estrés de casi todo el mundo. Por tanto, relacionarte lo menos posible (o nada en absoluto, su puede ser) con esas personas destructivas, puede suponer una enorme diferencia. Si es imposible no relacionarte con algunas personas determinadas, como compañeros de trabajo que no tienes más remedio que aguantar, interactúa con ellos lo mínimo imprescindible, ignóralos todo lo que puedas o responde con monosílabos. Por ejemplo, si ese molesto compañero te dice con sorna: “Te ha salido torcido ese boceto, ¿eh?”, puedes responderle con tranquilidad: “No” y luego ignorarlo y centrare en tu trabajo.

2. Crea hábitos y rutinas que puedas hacer de manera automática

Es sumamente estresante tener que tomar decisiones continuamente sobre lo que vas a hacer, cómo y cuándo. Si ciertas cosas las haces de un modo automatizado (siempre del mismo modo, el mismo día y a la misma hora) no tendrás que pensar ni planear y eliminarás fuentes de estrés.

3. Ordena tu casa

Si no paras en todo el día, es posible que tu casa esté desordenada. Sin embargo, el desorden crea una sensación general de incomodidad e intranquilidad. Dedica un rato cada día a ordenar tu casa y te sentirás mejor en ella.

4. No vivas por encima de tus posibilidades

De este modo evitarás el estrés financiero. No importa lo mucho que ganes; si gastas todo o más de lo que ganas, estarás en números rojos, lo cual es una fuente de problemas y preocupaciones. Decide de antemano cuánto dinero puedes gastar cada mes (o cada semana o día, si así te funciona mejor) y atente a ello. Si es necesario, elimina gastos superfluos para disponer de más dinero.

5. Aprende a decir no

Entre las exigencias del trabajo, la familia, los amigos o la vida en general, no es raro que acabemos exhaustos cuando dichas demandas son excesivas. Es importante que tengas tiempo para ti, para tus aficiones, para el ocio y para relajarte. Un modo de encontrar este tiempo para ti consiste en aprender a decir no ante ciertas exigencias. Céntrate en las personas que de verdad son importantes en tu vida y sé selectivo a la hora de decidir ante qué exigencias cedes.

6. No creas que puedes con todo

Algunas personas adquieren demasiadas responsabilidades o hacen demasiadas cosas a lo largo del día convencidos de que tienen energía de sobra para todo. Sin embargo, por mucha energía que tengas, necesitas tiempo para descansar y para procesar las experiencias vividas. Es importante que tengamos un tiempo para volcarnos hacia el exterior y vivir experiencias y otro tiempo para volcarnos hacia nuestro interior y sacar algo de las experiencias vividas. Si vives solo hacia el exterior, perderás el contacto contigo mismo y no sabrás lo que pasa dentro de ti. Por tanto, analiza si tienes demasiadas tareas y responsabilidades a lo largo del día y elimina algunas de ellas. Tal vez creas que eso es imposible porque no tienes más remedio que hacerlo todo. Sin embargo, a menudo, las personas que cargan con demasiadas responsabilidades no saben delegar en los demás o no confían en ellos lo suficiente y se empeñan en hacerlo todo ellos. Tal vez es hora de que empieces a aprender a delegar en otros y a confiar en su capacidad para adquirir algunas de tus responsabilidades.