Autora: Ana Muñoz

En el íleo intestinal, el tránsito normal del intestino no puede realizarse. Existen dos tipos de íleo: el íleo adinámico o paralítico y el íleo mecánico.

Íleo adinámico o paralítico

En el íleo adinámico, también conocido como íleo paralítico, se produce una detención completa o un enlentecimiento severo del tránsito intestinal. Esto ocurre debido a un fallo en el peristaltismo, que es el movimiento involuntario y coordinado de contracción de los músculos del intestino encargado de impulsar el contenido intestinal hacia el recto.

En este tipo de íleo no existe una obstrucción física del intestino, sino una alteración funcional del mismo. Es común que se presente como una complicación secundaria a diversas situaciones clínicas, como intervenciones quirúrgicas en la cavidad abdominal, peritonitis, hemorragias retroperitoneales, estados de sepsis, desequilibrios hidroelectrolíticos graves, isquemia intestinal extensa o traumatismos importantes (especialmente en casos de fracturas vertebrales o pélvicas). El cuadro clínico incluye distensión abdominal, ausencia de ruidos intestinales, náuseas, vómitos y dificultad para eliminar gases o heces.

Íleo mecánico

El íleo mecánico se diferencia del adinámico en que existe una causa física que impide el paso del contenido intestinal. Esta obstrucción puede deberse a dos mecanismos principales: la obstrucción simple del intestino o la estrangulación de un segmento intestinal, situación que puede comprometer el riego sanguíneo y llevar a necrosis del tejido afectado.

La obstrucción puede localizarse en cualquier parte del tracto gastrointestinal, ya sea en el intestino delgado o en el colon, y su origen puede ser diverso. Puede encontrarse fuera de la pared intestinal, como en el caso de adherencias postquirúrgicas o hernias; en la propia pared intestinal, como en obstrucciones causadas por inflamación, fibrosis, tumores o hematomas; o bien dentro de la luz intestinal, debido a adenocarcinomas, cuerpos extraños, bezoares o impactación fecal.

En el caso de la estrangulación, el mecanismo suele implicar la salida de un segmento intestinal a través de un orificio natural o adquirido, como ocurre en las hernias incarceradas. Otro ejemplo típico es la invaginación intestinal, en la que un segmento del intestino se desliza dentro del segmento contiguo, generando una obstrucción con compromiso vascular.
El íleo mecánico requiere un diagnóstico y tratamiento rápidos, ya que el riesgo de isquemia y necrosis intestinal puede comprometer gravemente la vida del paciente

¿Qué pasa cuando se detiene el tránsito intestinal?

La detención del tránsito intestinal tiene repercusiones por debajo y por encima de la obstrucción:

1. Por debajo, se produce un cese de la expulsión de heces y gases por el ano.

2. Por encima:

a) Dolor cólico, ondulaciones de la pared abdominal y ruidos. Esto se produce en el íleo mecánico, cuando el peristaltismo aumenta tratando de vencer el obstáculo sin conseguirlo. Los ruidos son el resultado de los desplazamientos de los líquidos y gases estancados. El íleo paralítico puede cursar sin dolor y manifestarse solo por distensión abdominal y vómitos. Cuando hay dolor, es menos intenso que en el íleo mecánico. Los ruidos intestinales son escasos o están ausentes.

b) Abombamiento abdominal. Es la consecuencia de la acumulación de líquidos y gases por encima del obstáculo. El abombamiento se da alrededor del ombligo si la obstrucción es del intestino delgado, y en la periferia del abdomen si es el intestino grueso el obstruido.

c) Vómitos. El contenido intestinal que no puede progresar despierta el reflejo del vómito y es expulsado por la boca. Como se va eliminando el material acumulado comenzando por las regiones superiores, los vómitos son, sucesivamente, alimentarios, biliosos, porráceos e incluso fecaloideos.

3. Repercusión general. Si la obstrucción no es tratada, la pared intestinal desarrolla secuencialmente edema, hemorragias, necrosis (muerte celular) y gangrena. Al aumentar la permeabilidad de la pared del intestino debido a la inflamación, se produce el paso de líquido, electrolitos y proteínas al interior del intestino, ocasionando deshidratación (la cual se ve agravada por la pérdida de líquido y electrolitos a través de los vómitos). Al mismo tiempo se produce el paso de toxinas bacterianas desde el intestino al torrente circulatorio. Esta situación puede acabar conduciendo a insuficiencia aguda circulatoria (shock).

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