Autora: Ana Muñoz


La presión arterial es la presión que ejerce el paso de la sangre a través de las arterias. Esta presión es la fuerza que permite que la sangre fluya desde las arterias (donde la presión es elevada) a los órganos y luego a las venas (donde la presión es baja).

La presión se produce gracias al bombeo de sangre por el corazón y a la resistencia que ofrecen las arterias al paso de dicha sangre. La presión se mide con dos cifras, una más alta (presión sistólica) que representa la presión en las arterias cuando el corazón se contrae y bombea la sangre hacia ellas, y una cifra más baja (presión diastólica) que representa la presión existente en las arterias cuando el músculo cardiaco se relaja tras la contracción.

Para la mayoría de las personas sanas, la presión sistólica varía entre 90 y 120 milímetros de mercurio (mm Hg). La presión diastólica normal varía entre 60 y 80 mm Hg. Se escribe con una cifra similar a esta 120/80, donde el primer número corresponde a la sistólica y el segundo a la diastólica.

La hipotensión hace referencia a una presión sanguínea que es demasiado baja y provoca una serie de signos y síntomas. Cuando la presión sanguínea es demasiado baja, no llega suficiente aporte sanguíneo a los órganos y tejidos del cuerpo, de modo que no reciben suficiente oxígeno y nutrientes y no pueden funcionar correctamente.

La hipotensión se define principalmente por los signos y síntomas del flujo sanguíneo disminuido, más que por la medición de la presión arterial. De hecho, una persona puede tener una presión sanguínea de 90/50 y no mostrar síntomas de hipotensión (por ejemplo, un deportista) y, por tanto, no se considera que tenga hipotensión, mientras que una persona con una presión arterial normal de 130/80 puede desarrollar síntomas de hipotensión si su presión baja a 100/60.

¿Cómo regula el cuerpo la presión arterial?

En las paredes de las arterias existen unos receptores llamados barorreceptores que detectan la presión sanguínea existente y envían señales al corazón, las arteriolas, las venas y los riñones para que ajusten la presión a niveles normales. Existen varios mecanismo por los que el cuerpo puede ajustar la presión sanguínea: variando la cantidad de sangre bombeada por el corazón, la cantidad de sangre contenida en las venas, la resistencia de las arteriolas y el volumen de sangre.

El corazón puede latir más rápidamente, bombeando más cantidad de sangre hacia las arterias, lo cual aumenta la presión en su interior. Las arteriolas pueden dilatarse o contraerse. Cuando se expanden crean menos resistencia al paso de la sangre a su través y la presión sanguínea disminuye, mientras que cuando se contraen aumenta la resistencia al paso de sangre a su través y, por tanto, la presión arterial aumenta.

Las venas pueden contraerse o dilatarse. Cuando las venas se dilatan pueden alojar más sangre en su interior, de modo que retorne menos sangre al corazón, y éste, a su vez, bombea menos sangre a las arterias, de modo que la presión en ellas disminuye. Por otra parte, cuando las venas se contraen, almacenan menos sangre en su interior, de modo que retorna más sangre al corazón, el cual bombea también más cantidad de sangre a las arterias, aumentando así su presión.

El riñón puede responder a cambios en la presión sanguínea mediante el aumento o disminución de la cantidad de orina que produce. La orina está compuesta principalmente de agua procedente de la sangre, de modo que cuanta más orina produzcan los riñones, menor es el volumen de sangre en el interior de las arterias y venas, disminuyendo así la presión sanguínea. Por el contrario, si los riñones producen menos orina, la cantidad de sangre en las arterias y venas es mayor, y la presión sanguínea aumenta. Este es un mecanismo lento, mientras que los otros producen cambios en la presión de manera instantánea.

Los efectos de la hipotensión

La baja presión sanguínea no necesariamente supone un riesgo para la salud. Las personas con baja presión sanguínea tienen un menor riesgo de enfermedad renal y enfermedad cardiaca. Los atletas, las personas que hacen ejercicio con regularidad, las personas con un peso adecuado y los no fumadores, suelen tener una presión sanguínea más baja que el resto de las personas.

Por tanto, la presión sanguínea baja es algo deseable siempre y cuando no sea tan baja como para causar síntomas y dañar los órganos.

Síntomas de hipotensión

Cuando la presión sanguínea no es lo bastante alta como para que pueda llegar la sangre a los órganos del cuerpo, éstos no reciben un aporte adecuado de oxígeno y nutrientes, de manera que no funcionan correctamente y pueden resultar dañados. Por ejemplo, si el cerebro no recibe un adecuado aporte de oxígeno y nutrientes, la persona puede sentirse aturdida, mareada, o incluso desmayarse.

Cuando no llega suficiente sangre a las arterias coronarias (las que suministran sangre al músculo cardíaco), una persona puede desarrollar dolor en el pecho (angina de pecho) o incluso un infarto de miocardio.

Cuando no llega suficiente sangre a los riñones, éstos no eliminan adecuadamente los productos de desecho del organismo, como urea y creatinina, de modo que los niveles en sangre de estas sustancias aumentan.

El shock se produce cuando una presión sanguínea muy baja persiste, produciendo un rápido fallo en órganos como los riñones, el hígado, los pulmones o el cerebro. Por ejemplo, cuando se produce una intensa hemorragia, con gran pérdida de sangre.

Cuando una persona está sentada o tumbada y se levanta, pueden producirse síntomas de hipotensión. Esto suceded porque al estar de pie, la sangre se acumula en la zona inferior del cuerpo y esto puede hacer que baje la presión momentáneamente. Si la presión es ya baja, el hecho de ponerse de pie puede hacer que baje aún más hasta el punto de producir síntomas. Eso recibe el nombre de hipotensión ortoestática. Las personas sanas compensan esto rápidamente mediante las repuestas explicadas anteriormente, de manera que la presión vuelve enseguida a la normalidad.

Causas

Las causas principales de la hipotensión son las enfermedades que reducen el volumen sanguíneo (o la cantidad de sangre que bombea el corazón) y los fármacos.

1. Hipotensión debida a una reducción del volumen sanguíneo

Deshidratación. Puede producirse en personas con diarrea que pierden gran cantidad de agua en sus deposiciones, sobre todo cuando está asociada con vómitos. La deshidratación también puede producirse debido al vómito repetido. Otras causas de deshidratación son el ejercicio, la sudoración, la fiebre y el golpe de calor. Las personas con una deshidratación moderada pueden sentir sólo sed y boca seca. Una deshidratación entre moderada y severa puede producir hipotensión ortoestática. La deshidratación severa puede producir shock, fallo renal, confusión, acidosis, coma e incluso la muerte.

Hemorragia moderada o severa. La pérdida de sangre ocasionada por la hemorragia puede dar lugar a hipotensión. Si la pérdida de sangre es muy severa, puede producir un shock rápidamente.

Inflamación severa de los órganos internos. Por ejemplo, en la pancreatitis aguda. El líquido que pasa de la sangre al páncreas inflamado y la cavidad abdominal hace que disminuya el volumen sanguíneo.

2. Hipotensión debida a enfermedad cardiaca

- Músculo cardiaco debilitado. Esto puede hacer que falle el corazón, de modo que se reduce la cantidad de sangre que es capaz de bombear.
Esta debilidad del miocardio puede producirse debido a un infarto de miocardio extenso o a varios infartos pequeños, que hacen que la zona infartada deje de funcionar. Otras causas son las siguientes: ciertos medicamentos tóxicos para el corazón, infecciones del miocardio (músculo cardiaco) y enfermedades de las válvulas cardiacas.

- Pericarditis. Es una inflamación del pericardio (la membrana que rodea al corazón). La pericarditis puede causar una acumulación de líquido en el pericardio y alrededor del corazón, impidiendo que el corazón bombee la sangre adecuadamente.

- Embolia pulmonar. Se produce cuando un trombo formado en una vena viaja hasta el corazón y los pulmones, bloqueando el flujo de sangre desde los pulmones hacia el ventrículo izquierdo, de manera que se reduce la cantidad de sangre que puede bombear el corazón.

- Bradicardia. Consiste en un enlentecimiento del ritmo cardiaco. El corazón en reposo late a un ritmo de entre 60 y 100 latidos por minuto. Cuando el ritmo disminuye por debajo de 60 se produce una bradicardia que puede producir hipotensión, mareo y desvanecimiento.

- Aceleración del ritmo cardiaco. Un ritmo cardíaco muy elevado también puede dar lugar a hipotensión. Por ejemplo, cuando se produce una fibrilación atrial, que se caracteriza por una descarga eléctrica rápida e irregular que parte desde el músculo cardiaco, en vez de partir del nodo SA, y hace que los ventrículos se contraigan con gran rapidez y, generalmente, de forma irregular. Al contraerse con tanta rapidez, no tienen tiempo de llenarse, de modo que la cantidad de sangre que bombean es escasa.

3. Medicamentos que pueden producir hipotensión

  • Medicamentos como betabloqueadores, bloqueadores de los canales de calcio o lanoxin.
  • Medicamentos usados para tratar la hipertensión.
  • Diuréticos, debido a que pueden disminuir el volumen sanguíneo.
  • Alcohol y narcóticos.

4. Otros trastornos que pueden producir hipotensión

Reacción vasovagal. Es una respuesta común mediante la cual una persona sana puede desarrollar hipotensión temporal, con enlentecimiento del ritmo cardíaco y, a veces desvanecimiento. Se produce debido a emociones intensas de miedo o pánico. El sistema nervioso autónomo induce la liberación de hormonas que enlentecen el ritmo cardiaco y dilatan los vasos sanguíneos.

Insuficiencia adrenal. Puede deberse, por ejemplo, a la enfermedad de Adison. En esta enfermedad se produce la destrucción de las glándulas adrenales, las cuales no pueden producir suficientes hormonas adrenales (sobre todo cortisol). El cortisol tiene diversas funciones, entre ellas se encuentra el mantenimiento de la presión sanguínea y la función cardiaca. La enfermedad de Adison se caracteriza por pérdida de peso, debilidad muscular, fatiga, hipotensión y, a veces, oscurecimiento de la piel.

Septicemia. Consiste en una infección severa en cual las bacterias u otros organismos infecciosos entran en la sangre. La infección suele originarse en los pulmones (por ejemplo, una neumonía), la vejiga o en el abdomen debido a diverticulitis o cálculos biliares. Las bacterias entran en la sangre y allí liberan toxinas produciendo una hipotensión severa (shock séptico), a menudo con daños a varios órganos.