Autora: Ana Muñoz


La eritrofobia es la fobia al rubor facial, que consiste en un enrojecimiento de la piel de la cara, y a veces también de la parte superior del pecho, que puede ir acompañado de una sensación de calor.

La piel contiene una gran cantidad de pequeños vasos sanguíneos (capilares) que disponen de pequeños músculos en sus paredes. Estos músculos pueden hacer que el vaso sanguíneo se contraiga o se dilate. Por lo general, están parcialmente contraídos. Cuando se produce una contracción más intensa, la cantidad de sangre que puede pasar a su través es menor, de modo que la piel se vuelve pálida. Por el contrario, cuando esta pared muscular se relaja por completo, se produce una dilatación de los vasos sanguíneos, de modo que puede circular por ellos una mayor cantidad de sangre hacia la piel, la cual adquiere un tono rojo. Esto es lo que se conoce como rubor.

Esta pared muscular de los vasos sanguíneos está controlada por el sistema nervioso autónomo (SNA). El SNA es una red de nervios que produce las reacciones automáticas, que no se controlan conscientemente. A su vez, se ve afectado por diversos factores, como la temperatura, la enfermedad o las emociones. En algunas personas, estos nervios son particularmente sensibles (a las emociones, el estrés, el calor, etc.)

Algunas personas se ruborizan con más facilidad que otras. Por ejemplo, una comida picante puede producir un enrojecimiento ligero y apenas visible en una persona, mientras que en otra produce un gran rubor.

Causas

Por lo general, el rubor facial es una respuesta natural ante ciertas emociones productoras de ansiedad, como la vergüenza, la culpa o el nerviosismo.

Otras causas son las siguientes:

Menopausia. La dilatación de los vasos sanguíneos de la cara es la responsable de los sofocos que experimentan algunas mujeres durante la menopausia. En este caso, el sistema nervioso autónomo se ve estimulado debido a que no se está produciendo la cantidad suficiente de estrógenos.

Ciertos fármacos, como el tamoxifen, que es un fármaco que interfiere en la actividad de los estrógenos; se utilizada en el tratamiento del cáncer de mama.

Calor: alimentos picantes, ejercicio, altas temperaturas, o fiebre alta. Cuando la temperatura del cuerpo se eleva, el cerebro lo detecta y trata de devolverle la temperatura normal. Una forma de hacer esto consiste en dilatar los vasos sanguíneos, llevando así sangre a la superficie de la piel para que se enfríe.

Fobia social. El rubor facial es frecuente en personas que son muy ansiosas o tímidas en situaciones sociales. En estos casos suele tratarse de uno de los síntomas de la fobia social. Las personas con fobia social experimentan una ansiedad intensa y persistente en situaciones sociales, en las que pueden ser observados, juzgados y evaluados por los demás y temen ser criticados, humillados o ridiculizados.

Enfermedad dermatológica. A veces, el enrojecimiento facial se debe a una enfermedad de la piel. Por ejemplo, el acné rosácea se produce por una dilatación permanente de los vasos sanguíneos de la piel en las mejillas y la nariz. También pueden verse afectados los ojos.

El rubor facial severo se conoce como eritema craneofacial idiopático. En estos casos, casi cualquier situación puede producir un enrojecimiento facial intenso (por ejemplo, durante una conversación con amigos) y puede tardar uno o dos minutos en desaparecer. Estas personas suelen sentirse incómodas en situaciones sociales o laborales. Las personas con fobia social son especialmente propensas a padecer este tipo de problema.

Rubor facial y fobia social

Las personas con fobia social son especialmente sensibles a las críticas de los demás y tienen una percepción inapropiada de lo que constituye una violación de los códigos sociales, de manera que se ven a sí mismas cometiendo transgresiones sociales con más frecuencia que el resto de las personas.

Estas personas son más conscientes de sí mismas en situaciones sociales, se vigilan y observan de cerca su comportamiento y cualquier pequeña transgresión social a la que otras personas no darían importancia, es vista por ellas como un acto vergonzoso o humillante que puede desencadenar el rubor facial. Es decir, el problema está en su modo de pensar y el modo como se perciben a sí mismas y su comportamiento. Por ejemplo, mientras que la mayoría de las personas considera que sonarse la nariz en público es un acto sin importancia, una persona con fobia social, puede considerarlo vergonzoso, o una muestra de su imperfección. Es decir, suelen ser personas muy perfeccionistas y exigentes consigo mismas.

La percepción de una reacción negativa por parte de los demás, a menudo desencadena el rubor facial en las personas con fobia social. Por lo general, cuando una persona es observaba haciendo algo que considera vergonzoso o inmoral, se produce el rubor facial. La función evolutiva del rubor consiste en mostrar a los demás que es consciente de que ha cometido una trasgresión y se siente mal por ello. De modo que el rubor facial tiene una función social que está indicando al grupo que conoces las normas y te arrepientes de haberlas quebrantado. No obstante, la persona con fobia social considera trasgresiones sociales una multitud de actos que, en realidad, no lo son.

Ser el centro de atención de los demás puede desencadenar el rubor facial, incluso aunque no se trate de una atención negativa por parte de los demás. Ser el centro de atención pone a una persona bajo la mirada de los demás, y esta mirada puede volverse crítica, rechazadora o humillante.

La persona que se ruboriza reacciona negativamente ante este hecho, y se siente avergonzada por ello. Esto hace que su ansiedad aumente, y la ansiedad puede provocar un mayor rubor. De este modo, puede tener miedo de verse en situaciones en las que previamente se ha ruborizado.

Este miedo hace que se sienta ansiosa, de modo que el mismo miedo al rubor facial puede acabar provocándolo, estableciéndose así un círculo vicioso. Por lo general, el rubor facial ha comenzado en la infancia o la adolescencia, edad en la que es frecuente ser objeto de burlas cuando los demás observan el enrojecimiento de la cara. Esto hace que la persona se sienta avergonzada y humillada y perciba el rubor de un modo especialmente negativo, como fuente de desprecio y rechazo por parte de los demás. Esto puede hacer que sienta un miedo especialmente intenso a que el rubor llegue a ocurrir, pudiendo incluso llegar a evitar situaciones en las que considera que podría ruborizarse. Dado que el propio miedo al rubor genera una ansiedad que puede llegar a hacer que el temido rubor aparezca, las situaciones temidas pueden ser cada vez más numerosas, y este miedo puede mantenerse en la edad adulta. El miedo a ruborizarse recibe el nombre de eritrofobia.

Tratamiento

El tratamiento depende del motivo por el que se produce. Si se debe a una enfermedad o trastorno físico, como una enfermedad de la piel o la menopausia, es necesario diagnosticar y tratar la causa subyacente correctamente.

Los adolescentes suelen superar este rubor facial con el tiempo, cuando se debe a ansiedad, nerviosismo o a la actividad hormonal.

Cuando el rubor facial está causado por una fobia social, el tratamiento más adecuado es la psicoterapia. El psicólogo enseñará a estas personas a cambiar el modo de pensar y comportarse en situaciones sociales, modificar sus emociones, aprender técnicas de relajación para contrarrestar la ansiedad, afrontar los miedos sociales, etc.

En casos severos puede realizarse una intervención quirúrgica que consiste en cortar algunos de los nervios que controlan el diámetro de los vasos sanguíneos. Este tipo de operación puede utilizarse también en casos de sudoración excesiva de la cabeza, manos y axilas. La tasa de curación es del 90 %. No obstante, puede tener complicaciones, como hemorragias, infección, caída de los párpados debido a daño en los nervios, o sudoración compensatoria (en los casos en los que la intervención se produce para eliminar el exceso de sudor, puede producirse una sudoración excesiva en otras partes del cuerpo, como el pecho o las piernas).

Por este motivo, no es del todo aconsejable utilizar la intervención quirúrgica sin haber realizado antes una psicoterapia. En muchas ocasiones, basta con superar el miedo a ruborizarse, para que dicho rubor facial comience a disminuir.

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