Autora: Ana Muñoz


Nuestro pensamiento dirige nuestra conducta e influye en lo que sentimos. Si cometes errores al pensar, tienes más probabilidades tanto de sentirte mal como de equivocarte en tus decisiones o actuar de un modo que te perjudica a ti o a los demás.
Si conoces cuáles son los errores de pensamiento que tienes más e menudo, podrás hacer algo para cambiarlos. Ese cambio hará que cambien también tus emociones (te ayudará a sentirte mejor) y tu comportamiento.

Estos son los principales errores de pensamiento que suelen cometer las personas:

Conclusiones precipitadas. Significa llegar a una conclusión sin tener datos suficientes que demuestran que esa conclusión es cierta. Sucede sobre todo cuando nos dejamos llevar y actuamos impulsivamente. Si no tienes datos suficientes para sacar una conclusión, considera que es tan solo una hipótesis y busca más datos, tanto a favor como en contra, para tener una visión realista.
Para evitar este error pregúntate: ¿Qué pruebas tengo de que esto sea cierto? ¿Qué otras hipótesis alternativas hay?

Maximizar. Consiste en exagerar la importancia de un acontecimiento negativo, considerándolo una terrible tragedia o catástrofe. Esto hace que tengas una reacción emocional también exagerada, ya sea de ira o de otro tipo. Que estalle una guerra y bombardeen tu ciudad y tu casa puede considerarse una tragedia; que tu perro rompa una zapatilla a mordiscos no lo es. Aún así, a veces reaccionamos como si lo fuera.

Pregúntate: ¿Estoy exagerando? ¿Es realmente tan terrible? ¿Seguro que no puedo soportarlo?

Minimizar. Consiste en restar importancia a lo positivo o no tenerlo en cuenta. Es un modo de pensar que puede acabar llevando a la depresión porque cuando sucede algo bueno o tienes algún logro le restas importancia y no lo disfrutas.

Sé consciente de cuándo tiendes a minimizar y trata de dar a lo positivo el valor que merece.

Personalización. Se refiere a la tendencia a verse a uno mismo como la causa de cualquier cosa. Por ejemplo, pensar que si alguien bosteza es porque tú le aburres, si se ríe es que se ríe de ti o pensar que todo el mundo está pendiente de ti y, por tanto, verá hasta el más pequeño defecto.

Ten en cuenta que no eres el centro del universo; la gente puede bostezar o reír por motivos que no tengan nada que ver contigo.

Externalización. Atribuir erróneamente la causa de un suceso a algo externo. Es decir, echar la culpa a los demás o a las circunstancias sin reconocer tu parte de culpa.

Pregúntate si tú también has contribuido a ese resultado y en qué medida. Por ejemplo, tú podrías ser responsable en un 40 %; otra persona en un 30 % y las circunstancias externas en el 30 % restante, pero tal vez tú le estés echando toda la culpa a esa otra persona.

Optimismo ingenuo. Es una tendencia a ver solo lo positivo, no reconocer los problemas y no hacer nada porque piensas que todo se solucionará por sí mismo. Es una negación de la realidad y los problemas que te impide afrontarlos.

Pregúntate: ¿Estoy siendo optimista de un modo realista o es un optimismo ingenuo que niega la realidad?

Generalización excesiva. Implica suponer que lo que sucede una o dos veces va a suceder siempre. Por ejemplo, sacar malas notas en un examen y pensar que jamás podrás hacerlo bien.

Leer la mente. Significa suponer que conoces las intenciones y pensamientos de los demás. Por ejemplo, puedes concluir que alguien ha hecho algo para perjudicarte, cuando en realidad no tiene nada que ver contigo.

Pregúntate: ¿Puede haber alguna explicación alternativa para su comportamiento? ¿Qué evidencias tengo que demuestren que las cosas son como estoy pensando?

Pensamiento dicotómico. Es el pensamiento en blanco o negro (”O saco las mejores notas o soy un fracaso”); pensar que alguien es tu amigo o tu enemigo, pensar que alguien es maravilloso o es despreciable. Este modo de pensar puede llevarte, por ejemplo, a que cuando alguien hace algo que no te gusta pases a ver a esa persona como un ser odioso, en vez de pensar que ha cometido un error, que ha sido sin querer o cualquier otra alternativa menos absolutista.

Cuando tengas una reacción exagerada ante una persona o situación, pregúntate: ¿Me estoy yendo a un extremo? ¿Estoy viendo esto o a esta persona en términos de blanco o negro?

Razonamiento emocional. Implica suponer que si te sientes mal en una situación, entonces debe haber algo malo en ella. Es decir, utilizas tus emociones negativas para hacer inferencias. Sin embargo, tus emociones no reflejan la realidad, sino que reflejan la interpretación que has hecho de esa realidad. Y esa interpretación puede ser correcta o incorrecta.

En definitiva, tu pensamiento te convierte en lo que eres. Tanto tus emociones como tu comportamiento están moldeados y regidos por lo que piensas. Que hagas lo mejor o lo peor en cada situación, depende de lo que pienses. Si deseas convertirte en alguien mejor debes empezar a pensar mejor.

Por ese motivo, es sumamente importante saber usar esta poderosa herramienta del modo más sabio posible. Un pensamiento realista, lógico y libre de errores hará que tu conducta sea más apropiada y que tus emociones sean más sanas y equilibradas.

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