Autora: Ana Muñoz


Una vida sin objetivos y sin metas suele ser una vida insatisfactoria. La persona que no se siente satisfecha con su vida posiblemente necesite trazar algunos objetivos y ponerse en marcha para lograrlos, lo cual dará un nuevo giro a su vida, le aportará energía, motivación y ganas de levantarse por las mañanas.

Determinar tus objetivos

El primer paso consiste en determinar tus objetivos. Pregúntate: ¿qué me gustaría lograr a lo largo de mi vida? Estas metas pueden ser de todo tipo. Algunas estarán relacionadas con tu futuro profesional, otras con tu vida amorosa y relaciones en general, otras serán de tipo espiritual, otras tendrán que ver con tu desarrollo psicológico, otras con el placer y la diversión. Algunas pueden ser grandes metas, como llegar a ser presidente de una multinacional; y otras pueden ser pequeñas metas, como comprarte un coche nuevo o visitar una ciudad cercana a ti.

Pero en tu lista de objetivos a alcanzar sería un error que sólo incluyeras metas pequeñas, pues es más fácil renunciar a ellas, no significan mucho y se pueden ir quedando en el camino. Las grandes metas, por el contrario, son grandes sueños, son deseos que tal vez has mantenido desde tu infancia con la misma intensidad. No importa si a los ojos de otras persona parecen poca cosa. No es la opinión de los demás lo que hace que tu sueño sea un gran sueño, sino lo que tú sientes.

Desde un punto de vista psicológico es muy importante escribir esas metas en un papel. Aunque pueda parecer superfluo, poner por escrito tus metas tiene un efecto más poderoso. Es el primer paso en tu camino hacia ellas. Por tanto, escribe tus metas, las grandes y las pequeñas, tanto si son unas pocas como si haces una listas de 300. Escríbelas en un pequeño bloc de notas y mientras lo hagas piensa que ese bloc puede estar contigo durante años, tal vez toda tu vida. No lo pierdas nunca. Llegará un día en que taches tu primera meta de la lista (aunque no sea la primera que has escrito) pues ese día habrás alcanzado uno de tus objetivos y podrás empezar con el siguiente.

Seguramente, a lo largo de los años irás añadiendo metas nuevas en tu bloc, o puede que decidas borrar algunas que han dejado de resultarte atrayentes con el paso del tiempo. Lo importante es que siempre haya metas que alcanzar escritas en tu bloc, hasta el mismo día de tu muerte. Ellas serán la fuerza que te impulse.

La pasión: la gran motivadora

Hay personas que han tenido éxito en sus vidas sin establecer ninguna meta. Sin embargo, estas personas tenían una pasión en sus vidas. Tal vez una estrella de cine nunca se propuso llegar a ser famoso y millonario con su trabajo, simplemente le apasionaba actuar y eso fue lo que hizo. Lo demás, simplemente llegó, en gran parte porque su pasión le empujó a luchar por ser mejor y a no dejar de aprender nunca, porque estaba comprometido con su trabajo, porque era parte de sí mismo y de su vida. Y seguramente habría sido igual de feliz sin tener tanto éxito, porque había convertido su pasión en su profesión.

La pasión motiva a una persona y hace que se comprometa con lo que desea alcanzar. El compromiso es muy importante a la hora de alcanzar tus metas, porque te hace persistir y segur adelante contra viento y marea. La persona comprometida con su objetivo se sacrifica y lucha por él.

Aquí hay que añadir algo importante: si persistes en algo, que sea por pasión, no por miedo a emprender una tarea diferente.

Metas y submetas

A veces, las metas más grandes y complicadas tendrás que dividirlas en submetas específicas. Si una de tus metas consiste en llegar a ser presidente de una gran empresa, tendrás que dividirla en metas más pequeñas, específicas y alcanzables. Por ejemplo, puedes empezar por montar un pequeño negocio. Si esa meta tampoco es realizable porque no tienes dinero para montar dicho negocio, tendrás que pensar otra submeta más realista, como buscar un socio, conseguir una subvención, buscar un trabajo mejor para ganar más dinero y poder ahorrar, etc. Es decir, no importa lo difícil o lejana que parezca tu meta final, divídela hasta encontrar metas que puedas empezar a poner en marcha ya.

Una vez establecida tu meta o submeta, deberás centrar toda tu energía y tu esfuerzo en conseguirla. Deberás vigilar tu mente con cautela, para evitar que en ella se cuelen pensamientos que desbaraten tus planes, como: "es demasiado", "esto va demasiado despacio, así no lo lograré nunca", "hoy no tengo ganas de trabajar", "mejor dejo esto para mañana". Con pensamientos como esos rondando por tu mente, no lograrás nada en absoluto. Destiérralos para siempre; expúlsalos de tu mente cada vez que aparezcan, mantén tu mente fija en tu meta y sigue adelante.

Veamos con más detalle estos enemigos interiores

Los enemigos interiores te impiden alcanzar tus metas. Entre ellos se encuentran los siguientes:

La indiferencia

Si no tienes metas, si todo te da lo mismo, si te dejas llevar por los demás, entonces no llegarás a ninguna parte o seguramente llegues a un lugar que te resulte insatisfactorio y te haga desgraciado. No seas indiferente.

La indecisión

Si no te decides a subir al tren, el tren se marcha y lo pierdes. La indecisión te hace perder oportunidades. Es preferible subirse al tren equivocado (siempre puedes bajarte en la próxima estación y volver al punto de partida) que perderlo por no ser capaz de decidirte.

La duda

A veces la gente duda de todo. Duda de que se den las condiciones necesarias para lograr sus objetivos, duda de su suerte, duda de su capacidad, duda de los demás, del destino, del futuro, de las oportunidades... La duda es destructiva; líbrate de la duda y cultiva el optimismo. Es cierto que no hay que ver la vida como un cuento de hadas, pero tampoco la veas como una tragedia.

La preocupación

Todos tenemos preocupaciones y no es malo preocuparse por algo... ¡en su justa medida! La preocupación te dice que hay algo a lo que debes prestar atención, algo sobre lo que has de trabajar o buscar soluciones. Pero nada más. Una vez que le has prestado atención, has pensado soluciones, sabes lo que puedes hacer y lo que no, y lo has hecho, si ha sido posible, deja de preocuparte. No dejes que la preocupación te acorrale y arrincone; no dejes que te llene de estrés y mine tu salud. Haz tuya la siguiente norma: "Preocúpate sólo cuando preocuparte sirva para algo". Cuando preocuparse no sirva para nada, sé optimista. Así, si tu negocio se hunde a pesar de tus esfuerzos por evitarlo, habrás perdido el negocio, pero seguirás conservando tu salud física y mental y la fuerza para emprender otra cosa. Nada es una tragedia si tú no quieres que lo sea.

La precaución excesiva

Si eres demasiado cauto tendrás miedo de hacer muchas cosas. No pedirás una promoción en tu empresa por miedo a un no; no emprenderás tu propio negocio por miedo al fracaso; no invertirás tu dinero por miedo a perderlo; no arriesgarás nada, ni material ni psicológico, y nada podrás ganar. Si quieres lograr algo deberás arriesgarte en más de una ocasión. ¡Arriésgate ahora!

Aprender del fracaso

Cuando llevas mucho tiempo persiguiendo una meta sin alcanzarla o fracasas varias veces, tal vez debas preguntarte si la meta que persigues es algo que de verdad deseas o es lo que desean otras personas. Tal vez en el fondo lo que deseas es perseguir tu sueño, tu pasión, pero piensas que lo que debes hacer es algo diferente. De este modo, tienes un conflicto interior que te impide centrar tus energías en ese objetivo que percibes falso, te impide comprometerte, te falta la pasión y motivación, te aburre, te cansa, y al final todo eso conduce al fracaso. Si estás en esta situación, replantea tus metas y haz que sean tus metas de verdad, no las de los demás, no lo que consideras que la sociedad quiere que hagas. Tal vez un día puedas decir: "yo he alcanzado la meta que tanta gente desea", pero si esa no es tu meta, si eso es algo que en realidad te es indiferente o no deseas, no te servirá más que para hacerte desgraciado. A veces observamos a los demás, vemos lo que quieren y pensamos que eso es lo que tenemos que querer nosotros. No elijas ese camino.

¿Qué pasa cuando no sabes lo que quieres?

Para encontrar tus metas y descubrir qué es lo que deseas hacer, ten en cuenta lo siguiente:

  • Las metas deben ser tuyas, no de los demás. No dejes que los demás determinen lo que significa tener éxito. Para unos el éxito puede ser el dinero, para otros el tiempo libre y para otros algo muy diferente.
  • Tus metas deben significar algo para ti. A la hora de determinarlas, pregúntate: ¿qué es realmente importante para mí? ¿Qué es lo que de verdad deseo? ¿Qué estoy dispuesto a dar o sacrificar para hacer esto realidad?
  • Sé específico. Aunque al principio definas tu meta de una forma vaga, trata luego de definirla de modos realizables y específicos (como se explica en el apartado sobre submetas).
  • Busca metas flexibles, que no te asfixien y que te permitan tener en cuenta otras oportunidades que puedan surgir en tu vida en el futuro.
  • Tus metas deben producirte entusiasmo. Es algo que deseas lograr y hace que te levantes alegre por la mañana para trabajar en tu proyecto.
  • Tus metas han de estar en consonancia con tus valores, ideales y principios. Si haces algo que va en contra de ellos, seguramente no es una meta tuya, sino de otros. Escucha tu intuición; si te sientes mal llevando a cabo ese proyecto tal vez deberías replanteártelo.
  • No olvides dejar tiempo para pasarlo bien, relajarte, descansar y estar con otras personas. Tu meta ha de formar parte de ti, pero no consumirte. Es algo que persigues con alegría, no un deber que te ahoga.
  • Procura que tus metas sean realistas. Puedes tener grandes sueños, pero si tu sueño es inalcanzable en este momento, divídelo en pasos cada vez más cercanos hasta llegar a uno realizable.