Autora: Ana Muñoz


La fobia social en consiste en un miedo intenso y persistente ante una o varias situaciones sociales. Al exponerse a dichas situaciones, los niños sienten una ansiedad intensa que puede llegar a ser un ataque de pánico. Por este motivo, tienden a evitar dichas situaciones o a soportarlas sintiendo un gran malestar. También pueden temer situaciones en las que se ven expuestos a personas desconocidas.

Los niños con fobia social sienten una preocupación y un miedo excesivos a ser avergonzados, rechazados o evaluados de forma negativa por los demás. Tienden a tener pensamientos de autodesprecio y síntomas físicos típicos de la ansiedad, como sudoración, palpitaciones, temblores, etc. Es común que se quejen también de dolores de estómago y otros síntomas físicos, sobre todo los más pequeños.

Los niños más mayores empiezan a estar muy preocupados por los síntomas fisiológicos de la ansiedad, pues temen que los demás se den cuenta de que están temblando o de que se ruborizan o tienen una voz temblorosa.

Los niños más pequeños pueden ser excesivamente llorosos y apegados a sus padres, mientras que los más mayores evitan el contacto social y llamar la atención.

Los niños con fobia social suelen tener pocos amigos, son reacios a participar en actividades sociales, se sienten solos y son considerados tímidos, solitarios y callados por los demás, aunque no necesariamente son solitarios porque lo deseen, sino por su ansiedad social. En el colegio tienen miedo de numerosas situaciones, como hablar en clase, leer en voz alta, pedir ayuda al profesor, encuentros no estructurados con compañeros, trabajos de grupo, comer en el comedor o cafetería, hacer exámenes, etc. Por estos motivos pueden tener miedo de ir al colegio.

En casa, estos niños evitan responder al teléfono o abrir la puerta cuando alguien llama y evitan reuniones con familiares o amigos de la familia.

No es raro que estos niños se sientan deprimidos, solos y tristes. Suelen creerse menos competentes que los demás y estar preocupados por su apariencia, sobre todo los más mayores o los adolescentes, pudiendo llegar a negarse a ir a clase por motivos como tener que cambiarse en un vestuario junto a otros niños. Tampoco suelen contar a sus padres lo que les pasa o cómo se sienten porque se sienten avergonzados.

Por este motivo es importante que los padres se den cuenta de lo que les pasa y les proporcionen la atención psicológica apropiada

Bibliografía: Child Psychopathology. Eric J. Mash, Russell A. Barkley. The gilford Press.