Autora: Ana Muñoz


1. El desarrollo del bebé

Ahora el bebé se parece mucho más al bebé que verás cuando nazca aunque aún es muy pequeño.

En la semana 17 continúan apareciendo el cabello y las cejas. Aún tiene accesos de hipo y es posible que ya empieces a notarlo, aunque no lo oigas. Bajo su piel empieza a desarrollarse una capa de grasas que ayudará al bebé a mantener su temperatura cuando esté fuera del útero.

Durante la semana 18, los huesos del bebé empiezan a endurecerse (osificación). El oído interno y las piernas son los primeros en osificarse. Los huesos del oído interno junto con los nervios correspondientes que están también ya formados, le permiten empezar a escuchar sonidos. Es capaz de escuchar tu corazón, la sangre circulando por la placenta o el sonido de tu estómago. En esta semana es ya también capaz de tragar y puede estar tragando líquido amniótico con frecuencia.

Durante la semana 19 la piel del bebé se cubre con una capa grasa llamada vérnix caseoso que ayuda a proteger la piel del bebé. Debajo del vérnix se forma una fina capa de pelo llamada lanugo. Su audición está ya bien desarrollada y puede oírte hablar o cantar. Los riñones comienzan a funcionar y excretan orina al saco amniótico (el saco que contiene el bebé y el líquido amniótico). Dado que su orina es estéril, por encontrarse el bebé en un ambiente estéril, no supone un problema que la trague al tragar el líquido amniótico.

En la semana 20 la piel se va haciendo más gruesa y empiezan a formarse las diversas capas que la componen. Las uñas y el pelo siguen creciendo. Ahora ya empiezas a notar sus movimientos y sentir el bebé en tu interior. Es aconsejable que anotes la fecha en que lo notas moverse por primera vez para dársela a tu médico.

El bebé mide ahora unos 15 centímetros y pesa unos 255 gramos.

Feto de 20 semanas

2. Los cambios en el cuerpo de la mujer

Tu cuerpo sigue produciendo más sangre (principalmente plasma) y tu vasos sanguíneos se expanden, de manera que tu presión sanguínea puede ser especialmente baja ahora.

Tu capacidad pulmonar sigue aumentando y ahora inhalas y exhalas un 40% más de aire con cada respiración. Puede que respires más deprisa y que alguna vez notes falta de aire.

El aparato digestivo sigue siendo más lento de lo normal, de manera que pueden persistir el estreñimiento y el reflujo gastroesofágico.

El útero, que sigue expandiéndose, llega ya hasta tu ombligo y su tamaño hace que se vea especialmente afectado tu centro de gravedad. Eso hace que tu modo de caminar, moverte y estar de pie sea diferente. El aumento del flujo vaginal de color blanco sigue presente debido a la acción de las hormonas en el cérvix y vagina.

Los dolores de espalda pueden continuar o incluso agravarse un poco debido a que la columna vertebral se curva hacia atrás para evitar que te caigas hacia delante. No es un dolor especialmente fuerte, pero si tenías problemas de espalda antes del embarazo, el dolor puede ser más grave e interferir en tus actividades diarias.

Alrededor de la semana 20 de embarazo puedes sentir un dolor punzante o en forma de tirón en la ingle o un calambre agudo en un lado, sobre todo después de hacer un movimiento brusco. Esto es debido a que al moverte se ha estirado uno de los ligamentos que sujetan el útero, que está sometido a bastante tensión. El dolor suele durar unos minutos y luego desaparece.

Los pechos han aumentado mucho de tamaño, debido al crecimiento de las glándulas mamarias en su interior. Las venas en ellos pueden ser más visibles que antes.

Dado que el flujo de orina sigue siendo más lento, las infecciones urinarias son aún más probables. Aunque es normal que orines más de lo habitual debido al embarazo, si además sientes dolor o escozor al orinar, acude a tu médico, pues podrías tener una infección de orina que debes tratar para evitar que cause problemas.