Autora: Ana Muñoz


La mayoría de las personas se centran en educar a sus hijos a nivel de conducta, enseñándoles lo que deben o no deben hacer o cómo comportarse en cada momento. Pero enseñarles solo a comportarse podría estar dejando de lado la parte emocional. Sin embargo, la conducta de los niños (igual que la de los adultos) está regida en gran parte por sus emociones. Por tanto, el mejor modo de enseñarles a comportarse consiste en enseñarles a manejar sus emociones. Por ejemplo, si las emociones de un niño son demasiado intensas y no sabe cómo manejarlas, será incapaz de dejar de tener rabietas y pataletas por mucho que le insistas, le grites o le castigues.

Por tanto, detrás de cada comportamiento hay una emoción que lo está desencadenando, así como una serie de pensamientos que también ejercen una influencia. Es importante que tanto tú como tu hijo conozcáis qué se esconde detrás de esa conducta para poder manejarla en vez de esperar que la cambie sin más.

Estas son algunas cosas que puedes hacer:

  1. Cuando el niño/a esté llorando, pregúntale qué le pasa para averiguar por qué se siente mal, qué ha sucedido y qué ha pensado y sentido. Luego anímale a buscar una solución.
  2. Cuando no para de llorar y no atiende a razones, muchas personas reaccionan marchándose con una actitud de rechazo. En vez de hacer eso, dile: “No pasa nada, desahógate y luego hablamos”.
  3. Cuando se muestre enfadado y rompa algo o haga alguna otra cosa que no deba, dile: “Parece que estás enfadado. ¿Qué te pasa?” Intenta que te diga cómo se siente y por qué y luego buscad soluciones.
  4. Cuando haga algo mal porque ha actuado de manera impulsiva y sin pensar, pensad juntos qué ha pasado y por qué.
  5. Si tu hijo/a muestra nerviosismo, ansiedad o miedo, dile que no pasa nada, que todo el mundo se siente así alguna vez y es perfectamente normal. Luego puedes pedirle que respire hondo para sentirse mejor.
  6. Si te habla en un tono maleducado, no te limites a decirle que no te hable así. Dile que vuelva a decirte lo que acaba de decir pero en un tono amable.

Las rabietas

Las rabietas en las que lloran desconsoladamente, se tiran al suelo y tienen pataletas, indican la existencia de emociones muy intensas que no saben manejar. En general, todos los niños tienen emociones intensas (aunque unos más que otros).

Al ser tan alta la intensidad de sus emociones, son incapaces de controlarlas. Cuando esto suceda, tu propia calma y serenidad le serán de gran ayuda. Por tanto, relájate y pídele que te mire a los ojos. Si consigues que te preste atención, háblale con voz tranquila y dile que respire hondo. Respira hondo tú también para mostrarle cómo hacerlo. Luego pídele que relaje los brazos y muéstrale cómo hacerlo y luego los hombros y el resto del cuerpo. Dile que si respira hondo y se relaja se sentirá mejor. De este modo, no solo le enseñas a relajarse sino que también le estás mostrando que reconoces que en ese momento se siente terriblemente mal y que tu intención no es castigarle y rechazarlo por tener una rabieta sino ayudarle a que se sienta mejor. Cuando se haya calmado un poco, pregúntale si se siente mejor. Cuando esté bien, dale un abrazo. Es posible que lo necesite porque lo ha pasado muy mal.

Si la rabieta es tan intensa que no consigues que te preste atención ni que se relaje, limítate a mantener la calma y esperar pacientemente a que se le pase un poco (puedes irte de la habitación o dejar a tu hijo/a en un pasillo sin muebles donde pueda tener la rabieta sin hacerse daño). Cuando veas que ha disminuido la intensidad de la rabieta, pregúntale con voz suave y compasiva si se siente mejor y enséñale cómo relajarse y respirar hondo.

De este modo, no solo le enseñas cómo relajarse para manejar esas fuertes emociones sino que también le estás transmitiendo la idea de que no pasa nada por tener  emociones intensas (que no son algo terrible) y que entiendes lo mal que se siente en esos momentos.

“Lo hace para fastidiar”

Si hace algo malo solo para molestarte o fastidiarte, no te lo tomes como algo personal o pienses que es una persona mala o manipuladora. Ese comportamiento significa que está enfadado contigo por algún motivo y se siente dolido o rechazado.

Algunos niños tal vez te cuenten lo que les pasa si les preguntas con calma si están enfadados contigo y por qué. Otros no serán del todo conscientes de que se están portando así porque albergan algún tipo de resentimiento contra ti. Por tanto, a ti te corresponderá analizar tu comportamiento con tu hijo o hija y descubrir si estás haciendo algo mal. Tal vez no pasas suficiente tiempo con él o ella, no te preocupas lo suficiente, no has detectado algún problema que tiene y que no sabe cómo comunicarte o cualquier otra cosa. Al analizar tu conducta y hablar con tu pareja y otros miembros de la familia así como con tu propio hijo o hija puedes descubrir el motivo.

Educar a los hijos no es tarea fácil. Son muchos los errores que se pueden cometer aún teniendo las mejores intenciones y algunos niños son más difíciles de manejar y más rebeldes que otros. Pero, en el fondo, todos quieren sentirse queridos, que les presten atención, que se tengan en cuenta sus necesidades emocionales y tener una vida organizada y unas normas claras y justas por las que guiarse para no sentirse perdidos.