Autora: Ana Muñoz
¿Qué son las varices?
Las varices consisten en dilataciones y alargamientos de las venas.
La causa suele ser múltiple y, a menudo, en su origen intervienen, por un lado, una debilidad de la pared venosa (por factores genéticos o por anomalías en las venas) y por otro, causas que conducen a un aumento de la presión venosa, como estar de pie mucho tiempo, retención de líquidos de origen hormonal, comunicación entre los sistemas arterial y venoso, síndrome postflebítico (tras una flebitis o inflamación de las venas), tras un embarazo.
Todo esto conduce a una dilatación progresiva de las venas y a la insuficiencia de las válvulas que se encuentran en ellas y que intervienen en la regulación de la cantidad de líquido presente en su interior. Las venas tienen en su interior válvulas unidireccionales que evitan que la sangre fluya hacia atrás. Si estas se debilitan o dañan, la sangre se acumula.

Síntomas
Las manifestaciones clínicas son muy variadas de una persona a otra y según el grado de insuficiencia alcanzado. El aspecto de las dilataciones varía según se trate de pequeñas varicosidades o de grandes dilataciones. Por lo general, en la evolución clínica de las varices pueden distinguirse cuatro estadios:
Primer estadio. Aparecen dilataciones superficiales de poca intensidad, con escasos síntomas y poca repercusión.
Segundo estadio. Aumenta la presión en las venas debido a la dilatación. Aparecen cansancio y pesadez de las piernas cuando la persona está de pie mucho tiempo, que mejora al andar o al elevar las piernas. Aparece dolor, sobre todo en los tobillos y la pantorrilla. Los calambres también son frecuentes; aparecen sobre todo de noche y se localizan en la zona de los gemelos. Aparece picor, sobre todo en los tobillos y en el dorso del pie, así como en las zonas cercanas a las dilataciones venosas. Aparece también edema que se inicia en los tobillos y se extiende hasta acabar afectando a toda la pierna. El edema significa que los mecanismos de regulación de la circulación venosa han fracasado.
Tercer estadio. La presencia de alteraciones en la circulación de sangre en las venas conduce a un desequilibrio permanente en el intercambio de líquidos entre los espacios existentes dentro y fuera de los vasos sanguíneos, con pigmentación de la piel por depósitos de hemosiderina, sobre todo en el tercio inferior interno de la pierna. En esta fase es frecuente la aparición de un picor intenso, con eccema y endurecimiento y atrofia de la piel.
Cuarto estadio. Aparece la úlcera cutánea, sobre todo en la parte interior del tobillo. La infección de estas úlceras suele ser frecuente.
Factores de riesgo
Genética. Tener familiares directos con varices aumenta significativamente el riesgo. Se hereda la tendencia a tener paredes venosas más débiles o válvulas que no funcionan bien. Si ambos padres tienen varices, el riesgo puede superar el 80 %.
Sexo femenino. Las mujeres son más propensas a desarrollar varices, en parte debido a la acción de las hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progesterona), que relajan las paredes venosas, favoreciendo su dilatación y pueden interferir en el buen funcionamiento de las válvulas venosas. Las fases hormonales como la menstruación, el embarazo o la menopausia agravan este riesgo.
Embarazo. Durante el embarazo aumenta el volumen de sangre en el cuerpo, lo que sobrecarga las venas, el útero en crecimiento comprime las venas pélvicas y dificulta el retorno venoso. Las hormonas del embarazo también relajan las paredes venosas. Aunque muchas varices mejoran después del parto, en algunos casos se mantienen o empeoran con cada nuevo embarazo.
Edad. Con el paso del tiempo, las válvulas y las paredes de las venas se desgastan y debilitan. Este envejecimiento natural aumenta el riesgo de que la sangre se acumule y se formen varices. Por eso son más frecuentes a partir de los 40-50 años.
Sedentarismo. El movimiento muscular (especialmente en las piernas) es esencial para que la sangre ascienda hacia el corazón. Si pasas mucho tiempo de pie (como en ciertos trabajos), las venas trabajan contra la gravedad de forma continua. Por el contrario, si una persona está sentada o inmóvil durante mucho tiempo, los músculos no se contraen y el flujo se estanca. Ambos casos favorecen la acumulación de sangre y la dilatación venosa.
Obesidad o sobrepeso. El exceso de peso aumenta la presión sobre las venas de las piernas, dificulta el retorno venoso y, a menudo se asocia con estilos de vida sedentarios y problemas hormonales que agravan la situación.
Uso de hormonas. El uso prolongado de anticonceptivos hormonales o tratamientos para la menopausia puede aumentar el riesgo de varices, por su efecto sobre las paredes venosas y las válvulas. No todas las mujeres desarrollan varices por este motivo, pero es un factor a considerar, sobre todo si hay otros riesgos asociados.
Ropa ajustada y calzado inadecuado. Aunque no son una causa directa, la ropa muy apretada (como pantalones o fajas muy ceñidas) o los zapatos de tacón alto pueden dificultar la circulación adecuada, especialmente en personas predispuestas.
Trombosis venosa previa. Si has tenido una trombosis en una vena profunda (trombosis venosa profunda), las válvulas pueden quedar dañadas de forma permanente. Esto puede generar insuficiencia venosa crónica y hacer que las venas superficiales tengan que compensar, formándose varices.
Estreñimiento crónico o tos crónica. Ambas cosas aumentan la presión intraabdominal, lo cual también dificulta el retorno venoso desde las piernas hacia el corazón. Con el tiempo, esta presión mantenida puede contribuir a la formación de varices.
Medidas terapéuticas
- Es importante mantener activa la circulación venosa y evitar los factores que impliquen una sobrecarga para la pierna.
- Hacer ejercicio físico y deporte controlado. La natación es especialmente útil.
- Andar tranquilamente, en tierra o en el agua también favorece el retorno venoso.
- Utilización de media, calcetín o vendajes que compriman la pierna de forma permanente.
- Masajes manuales, hidromasajes, presoterapia.
- Elevación de las piernas, sobre todo durante el reposo nocturno.
- Evitar ambientes excesivamente cálidos.
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