Autora: Ana Muñoz


Mandala es una palabra de origen sánscrito que significa literalmente círculo. Se trata de un círculo sagrado, símbolo de totalidad, que ha sido usado para la meditación, sanación y fomento de la creatividad. Representa la totalidad de nuestro ser.

Los mandalas tienen su origen en la india, aunque se propagaron a otras culturas orientales, y pueden encontrarse también en los indígenas americanos y los aborígenes australianos

El diseño de los mandalas puede variar mucho de uno a otro, pero todos tienen unas características similares: contienen un centro, cuatro puntos cardinales y cierta simetría en su diseño.

El mandala está compuesto por un círculo que define y protege una superficie consagrada. El círculo es un símbolo universal que aparece en todas las culturas y representa la relación existente entre el ser humano y el universo. Es un microcosmos del universo y es también una representación del macrocosmos. Sus formas concéntricas representan el paso por diferentes niveles y nos dicen que todo progreso es circular, y no lineal, que siempre hay un retorno al centro, al origen, para volver a comenzar, pero no desde cero, sino desde un nivel de evolución más elevado. Es la totalidad que se despliega y se diferencia en todas las formas del universo para conocerse a sí misma a través de la experiencia y luego vuelve a replegarse, vuelve a lo indiferenciado, lo inconsciente, pero en un nivel superior de evolución, para volver a desplegare de nuevo en un eterno ir y venir.

Por tanto, el mandala representa no solo la evolución a gran escala, sino también la evolución del ser humano, el conocimiento de uno mismo a una escala cada vez mayor, pues lo más pequeño está contenido dentro de lo más grande, formando parte de él y bajo las mismas leyes de evolución y desenvolvimiento.

El mandala como instrumento terapéutico

Por los motivos mencionados en la página anterior, el psiquiatra Carl Jung utilizó el mandala como instrumento terapéutico y como ayuda en el proceso de individuación. Jung inició el estudio de los mandalas a partir de su encuentro con el orientalista W. Wilhem. Según Jung, el mandala es una expresión del yo, una producción del inconsciente.

"El mandala es el centro. Es el exponente de todos los caminos. Es el camino hacia el centro, hacia la individuación". "Al pintar un mandala, el dibujo parece desarrollarse por sí solo y, a menudo, oponiéndose a las propias intenciones conscientes".

"Los mandalas", escribe Jung, "están todos basados en la cuadratura del círculo. Su motivo básico es la premonición de un centro de la personalidad, una especie de punto central dentro de la psique, con el que todo está relacionado, mediante el cual todo está ordenado y que es en sí mismo una fuente de energía.

La energía del punto central se manifiesta en la compulsión casi irresistible a convertirse en lo que uno es, igual que todo organismo está impulsado a asumir la forma que es característica de su naturaleza, sin importar cuáles sean las circunstancias.

Este centro no se siente o considera el ego, sino que es más bien como el self. Aunque el centro esté representado como el punto más interno, está rodeado por una periferia que contiene todo lo que pertenece al self. Los opuestos emparejados que configuran la totalidad de la personalidad.

Esta totalidad comprende la conciencia, en primer lugar, luego el inconsciente personal y finalmente un largo e indefinido segmento del inconsciente colectivo cuyos arquetipos son comunes a toda la humanidad".

Mandala y autoconocimiento

Según Jung, la mayoría de los mandalas creados por las personas tienen un carácter intuitivo y ejercen una influencia en el inconsciente a través de su contenido simbólico. Por este motivo, "poseen una significación 'mágica', como los iconos, cuya posible eficacia nunca es reconocida conscientemente por el paciente."

El mandala es tanto la representación del universo como la del self. Es un lugar sagrado en el interior de uno mismo. Al "entrar" en el mandala y "caminar" hacia su centro el ser humano es guiado a través de los procesos de desintegración y reintegración.

Representa un camino hacia ese centro en nuestro interior, que Jung llamó self. Cada mandala que una persona dibuja representa una de las infinitas manifestaciones del self, y el mandala es, en palabras de este autor, "un refugio seguro para la reconciliación interna y plenitud".

El mandala en la naturaleza

El mandala o las representaciones cíclicas en círculo es algo que podemos ver por todas partes, tanto en la naturaleza como en el arte de diferentes países y culturas. Los mandalas de arena construidos por los monjes tibetanos, los de los indios navajos o las ruedas solares paleolíticas son un ejemplo de ellos. Representan patrones que encontramos en biología, geología, química, física y astronomía. De hecho, cada célula que compone a los seres vivos es un círculo con un núcleo, y cada átomo que compone el universo es también un mandala. No es extraño, por tanto, que estos dibujos circulares y cíclicos ejerzan tanta fascinación en el ser humano.

Cómo trabajar con mandalas

Desde el punto de vista de la psicología jungiana, crear y dibujar un mandala puede ayudar a las personas a reintegrar la fragmentación psíquica y espiritual, manifestar la creatividad y reconectarse con su ser esencial. El mandala te abre las puertas hacia el interior de ti mismo y tu sabiduría interna, te proporciona un refugio donde sentirte a salvo de ese mundo exterior lleno de estrés y su confusión, y te aporta una sensación de paz y calma.

Cualquier persona puede dibujar o colorear mandalas, sea cual sea su edad. Se recomienda especialmente su uso en situaciones terapéuticas o en épocas de crisis. Las intensas emociones que muchas veces acompañan a las crisis, no siempre pueden expresarse por completo mediante las palabras, de manera que pueden usarse los mandalas como forma de expresión de dichas emociones.

Dibujar mandalas promueve y fortalece la relación entre la conciencia externa y la vida interna inconsciente de una persona, lo cual favorece el bienestar. Cuando no existe un adecuado equilibrio entre la vida exterior e interior de una persona no es raro que aparezcan trastornos y enfermedades.

Para trabajar con mandalas, puedes hacer varias cosas diferentes.

1. Meditación observando un mandala. Para meditar con el mandala siéntate en un lugar tranquilo y observa el mandala de tu elección durante unos tres o cinco minutos. Esto puede llevarte a un estado de relajación al tiempo que estás más alerta de los objetos a tu alrededor.

2. Colorear un mandala. Para ello, elije algún modelo ya creado que te resulte inspirador y atrayente, selecciona el instrumento con el que vas a colorearlo (lápices, acuarela, etc.) y siéntate en un sitio tranquilo.

3. Crear tu propio mandala desde el principio. En este caso harías el diseño completo del mandala, y procederías a colorearlo después. Es lo más aconsejable para sacar el máximo partido al trabajo personal con mandalas. Una vez que lo hayas dibujado y coloreado, has de descubrir qué es lo que está expresando. Para ello, coloca el dibujo en algún lugar donde sea bien visible para ti y obsérvalo de vez en cuando. No trates de usar la razón, sino que has de dejarte llevar por tu intuición y darte tiempo. Tarde o temprano puedes acabar descubriendo algún significado. Y si no es así, ten presente que el mandala puede tener un efecto en ti incluso aunque no seas del todo consciente de su significado.

Este trabajo con los mandalas ayuda a despertar tu intuición y expandir tu conciencia, a expresarte mejor con el mundo exterior y a despertar los sentidos, de modo que es posible que empieces a ver con otros ojos las cosas que se encuentran a tu alrededor.

Los elementos de los mandalas y su significado

Los elementos que integran los mandalas tienen un significado. Los más utilizados son los siguientes:

  • Círculo: movimiento. Lo absoluto. El verdadero yo.
  • Corazón: sol. Amor. Felicidad. Alegría. Sentimiento de unión.
  • Cruz: unión del cielo y la tierra. Vida y muerte. Lo consciente y lo inconsciente.
  • Cuadrado: procesos de la naturaleza. Estabilidad. Equilibrio.
  • Estrella: símbolo de lo espiritual. Libertad. Elevación.
  • Espiral: vitalidad. Energías curativas. Búsqueda constante de la totalidad.
  • Hexágono: unión de los contrarios.
  • Laberinto: implica la búsqueda del propio centro.
  • Mariposa: auto-renovación del alma. Transformación y muerte.
  • Pentágono: silueta del cuerpo humano. Tierra, agua, fuego.
  • Rectángulo: estabilidad. Rendimiento del intelecto. La vida terrenal.
  • Triángulo: agua, inconsciente (hacia abajo); vitalidad, transformación (hacia arriba); agresión hacia uno mismo (hacia el centro)

El significado de los colores

El uso de los colores en los mandalas también tiene un significado especial, relacionado con el estado de ánimo de quien los pinta.

  • Blanco: nada, pureza, iluminación, perfección.
  • Negro: muerte, limitación personal, misterio, renacimiento, ignorancia.
  • Gris: neutralidad, sabiduría, renovación.
  • Rojo: masculino, sensualidad, amor, arraigamiento, pasión.
  • Azul: tranquilidad, paz, felicidad, satisfacción, alegría.
  • Amarillo: sol, luz, jovialidad, simpatía, receptividad.
  • Naranja: energía, dinamismo, ambición, ternura, valor.
  • Rosa: aspectos femeninos e infantiles, dulzura, altruismo.
  • Morado: amor al prójimo, idealismo y sabiduría.
  • Verde: naturaleza, equilibrio, crecimiento, esperanza.
  • Violeta: música, magia, espiritualidad, transformación, inspiración.
  • Oro: sabiduría, claridad, lucidez, vitalidad.
  • Plata: capacidades extrasensoriales, emociones fluctuantes, bienestar.