Autora: Ana Muñoz


"La soledad es el peor dolor en este mundo. Corroe constantemente el corazón de una persona y puede hacer que odie, que se sienta furiosa (la misma rabia y odio que puede hacer que una persona mate a la otra). Es como una herida del corazón; el tipo de herida que no desaparece con un beso o un abrazo. La única cosa que puede hacer que este dolor se vaya es el amor y la compasión, otro corazón humano que te saque de este infierno".

(Diana, Princesa de Gales)

La soledad consiste en un estado emocional en el que una persona experimenta un profundo sentimiento de aislamiento y vacío. Es algo más que el deseo de compañía que puede sentirse en un momento dado o el deseo de hacer algo junto a otra persona.

La soledad es el sentimiento de estar alienado, apartado, desconectado del resto de las personas, de manera que es imposible o muy difícil tener algún tipo de contacto humano significativo.

La persona que se siente sola con frecuencia siente una sensación de vacío en su interior, de aislamiento y separación del mundo, como si no formase parte de nada.

No hay que confundir el sentimiento de soledad con el hecho de estar solo. Todo el mundo pasa ratos a solas sin que eso haga que se sientan solos.

Es frecuente que de vez en cuando una persona necesite estar sola y lo busque voluntariamente, de manera que vive esa soledad como algo agradable y positivo, pues está bajo su control y no ha sido impuesta contra su voluntad por las circunstancias u otros factores.

El origen de la soledad

Las personas pueden sentirse solas por motivos muy diferentes. Algunos acontecimientos vitales están asociados a la soledad. Cuando se rompe una relación de pareja, el sentimiento de soledad es una respuesta muy habitual.

Puede proceder tanto de la pérdida de una persona significativa como de la retirada de ciertos círculos sociales que se ha producido como consecuencia de la ruptura o debido a la tristeza o depresión que puede hacer que una persona se retire de los demás.

A veces, el sentimiento de soledad aparece tras el nacimiento de un niño, tras el matrimonio o tras cualquier cambio significativo en la vida de una persona que requiera un ajuste importante a una nueva situación y un apoyo emocional más intenso. En ocasiones, una persona no se da cuenta de que está sola hasta que, debido a algún acontecimiento difícil, necesita el apoyo emocional de los demás y no lo obtiene. Entonces se siente desconectada y aislada del resto de las personas. Dentro de una relación de pareja puede ser común el sentimiento de soledad cuando existe una falta de comunicación, apoyo, cariño o conexión emocional. Y ese sentimiento de soledad será mayor cuanto más importante sea para alguien obtener dicha conexión emocional con esa persona concreta.

El sentimiento de soledad puede estar originado en ocasiones por una baja autoestima o ansiedad social, sobre todo si este problema lleva a una persona a evitar el contacto con los demás. La baja autoestima puede hacer que una persona piense que no es lo bastante aceptable para los demás, que nadie desea de verdad su compañía o que el resto de las personas solo toleran su presencia por compasión. Este modo de pensar genera un sentimiento de desconexión emocional, que sería la base del sentimiento de soledad en este caso.

Conexión emocional significa tener una persona o varias con quien compartir aspectos importantes de uno mismo, alguien a quien mostrarle tu interior, que te acepte y te aprecie, alguien a quien le importas y sabes que te apoyará cuando lo necesites, que estará a tu lado no sólo para los momentos de diversión, sino también en los momentos difíciles. Por eso, incluso teniendo una relación de pareja sin conflictos, una persona puede sentirse profundamente sola si no mantiene esa conexión precisamente con la persona con quien más desea mantenerla.

La soledad y las ciudades

Con frecuencia, la soledad se produce en ciudades con un gran número de habitantes. En estas ciudades, muchas personas se sienten solas y aisladas incluso aunque estén rodeadas de cientos de personas. Esto sucede porque las personas son más conscientes de su soledad cuando están rodeadas de cientos o miles de personas con quienes podrían comunicarse y compartir sus emociones y, a pesar de eso, no lo hacen o no pueden hacerlo. Es algo similar al hambre que se acentúa cuando ves un plato exquisito pero no puedes comerlo. El sentimiento de soledad es menos intenso y fácil de sobrellevar en un lugar donde no hay nadie, porque al menos puedes mantener la esperanza de que algún día aparezca alguien y todo cambie. Si ese alguien aparece y todo sigue igual, surge un sentimiento de desesperanza que acompaña e intensifica el sentimiento de soledad.

La soledad se ha convertido en un problema importante de la época actual. Las familias ya no son tan grandes como lo eran a principios del siglo XX y muchas personas viven solas. Por supuesto, vivir solo no necesariamente hace que una persona se sienta sola pero cuanto más pequeño sea el círculo de personas que hay en nuestra vida, más fácil será que no encontremos entre ellas a nadie con quien conectar emocionalmente a un nivel profundo, mientras que al formar parte de una familia extensa y mantener con ellos un contacto diario, es más probable que exista entre ellos una o varias personas con quienes formar un vínculo profundo.

La separación física puede también a veces debilitar los lazos familiares. En la actualidad no es extraño que los miembros de una misma familia vivan en ciudades diferentes, lo cual puede favorecer la soledad.

La soledad desde el punto de vista filosófico

Algunos filósofos consideran que la soledad forma parte de la esencia del ser humano. Todos venimos solos al mundo, vivimos nuestras vidas como individuos separados y al final morimos solos. Este punto de vista considera que nuestra misión es aprender a aceptar esto y aprender a dirigir nuestras vidas de modo que podamos alcanzar la máxima satisfacción posible a pesar de esto.

Otras corrientes consideran que es justo al contrario: el ser humano no ha de luchar por aceptar su soledad, sino que consideran que la naturaleza humana nos empuja a trascenderla y hacer todo lo posible por comunicarnos con los demás. El sentimiento de soledad es el resultado de haber sido desconectados de este proceso, de manera que nuestra tendencia natural a la unión con los demás se ha visto frustrada.

La filosofía budista considera que la separación es sólo una ilusión que se produce debido a que estamos atrapados en la esfera física y material y no somos capaces de ver más allá. Según el budismo, todos los seres vivos formamos parte de lo mismo, todos somos uno y todos estamos conectados en nuestra esencia más profunda (el ego inmortal que se reencarna). La individualidad es sólo una venda que tapa nuestros ojos y nos impide verlo.

Los efectos de la soledad

Cuando el sentimiento de soledad se hace crónico, se convierte en un estado peligroso. Los bebés pueden morir por falta de contacto humano, aunque estén bien alimentados, limpios y protegidos. Es un factor de riesgo para los problemas cardiovasculares, hipertensión, obesidad e infarto y puede jugar un papel en el alcoholismo.

Los niños con falta de conexiones sociales pueden tener conductas antisociales o mostrar conductas autodestructivas y tienden a abandonar los estudios pronto.

Tanto en los niños como en los adultos, la soledad puede tener un efecto negativo en la memoria y el aprendizaje. Puede afectar los patrones de sueño, lo cual perjudica el funcionamiento diario. La soledad puede también estar implicada en la aparición de la depresión y el suicidio.

Un estudio realizado en el 2006 por el Center for Cognitive and Social Neuroscience en la Universidad de Chicago encontró que la soledad puede aumentar la presión sanguínea en adultos mayores de 50 años. La reclusión en soledad de los presos se ha usado como una forma de castigo y se considera un método de tortura.

El ser humano necesita el contacto con otras personas por naturaleza y se ha visto que la interacción social es un elemento clave para mejorar o mantener la memoria y otras funciones intelectuales.

El efecto de los animales en la soledad

Diversos estudios e investigaciones muestran que la presencia de animales de compañía, como gatos, perros o incluso conejos, puede aliviar los sentimientos de soledad y depresión en personas mayores en las residencias de ancianos.

Tener un animal de compañía está asociado con una menor presión sanguínea y niveles más bajos de colesterol y triglicéridos en sangre.

Sin embargo, no hay que olvidar que no se debe usar un animal de un modo egoísta para satisfacer las propias carencias afectivas, pues los animales también tienen necesidades emocionales y físicas que necesitan satisfacer de un modo adecuado, como libertad, aire libre, ejercicio, etc.