Autora: Ana Muñoz


La disforia de género se define como la situación en la que los niños (o adultos) experimentan una marcada incongruencia entre su género experimentado y el género asociado con su sexo biológico.

Es decir, la disforia de género se basa en la existencia del género. Sin embargo, ¿qué es el género? ¿Existe realmente o es un invento de la sociedad?

Cuando nacemos, todas las personas tenemos un sexo biológico que viene determinado por nuestros cromosomas sexuales. Si nacemos con dos cromosomas X, nuestro sexo biológico es mujer y si nacemos con un cromosoma X y otro Y nuestro sexo biológico es hombre.

En función de tu sexo biológico, la sociedad en la que vivas te dará una especie de “manual” en el que dice cómo tienes que vestirte, comportarte, actuar e incluso pensar. Así, si naces hombre, el manual te dirá que no puedes ponerte vestidos ni tacones y si naces mujer te dirá que no puedes dejar de depilarte las piernas. Si naces niña, el manual te dirá que no debes jugar con camiones y si naces niño, te dirá que no puedes disfrazarte de princesa.

Si una niña o niño desea hacer cosas que están en el manual del otro sexo, entonces es muy probable que sienta rechazo, desprecio y sea objeto de burlas o acoso por parte de los demás. De este modo, un niño o niña sana y normal, que no tiene ningún problema con su cuerpo ni con su identidad, puede acabar sintiendo que tiene el cuerpo equivocado porque desea cosas que, supuestamente, no tiene derecho a desear con el cuerpo que tiene. Y de ahí es de donde nace, en muchas ocasiones, la llamada “disforia de género”.

Suena absurdo, ¿verdad? ¿Por qué una niña o un niño no puede jugar con lo que quiera y vestirse como quiera? ¿Quién dice que los vestidos son de niña? ¿Si a una niña no le gusta jugar con muñecas no tiene derecho a ser niña? ¿Debemos confundirla diciéndole que ha nacido en el cuerpo equivocado? ¿Debemos bloquearle la pubertad, darle hormonas de por vida, con todos sus efecto secundarios, y cortarle el pecho cuando le crezca? ¿No sería más fácil dejarla ser como es?

Masculinidad y feminidad

En este punto, creo que es necesario hablar un poco sobre eso que llaman feminidad y masculinidad (género). Estas dos palabras se utilizan para definir rasgos de personalidad y comportamientos en relación con el sexo biológico. Se supone que si naces mujer, eres femenina y si naces hombre, eres masculino.

Sin embargo, la masculinidad y la feminidad se distribuyen a lo largo de un continuo. Así, tendríamos una línea recta: en un extremo de esa línea se situarían las personas extremadamente femeninas y al otro extremo las personas extremadamente masculinas. La mayoría de las personas, tanto mujeres como hombres, se sitúan en un punto intermedio de esas dos líneas y existe una gran variabilidad en cuanto al lugar de esa línea donde se sitúan.

¿Y si viviéramos en una sociedad donde no existe el género?

Eso que llamamos feminidad y masculinidad no está necesariamente relacionado con el sexo biológico, sino que es la sociedad la que ha decidido lo que es masculino y lo que es femenino. En el pasado, las mujeres no llevaban pantalones, solo faldas, mientras que ahora la mayoría de las mujeres prefieren vestir con pantalones y ya no se considera que preferir llevar pantalones sea un signo de masculinidad.

Si viviéramos en una sociedad en la que el género no existe y en la que cualquier ropa o preferencia fuera neutra, nadie consideraría extraño que un hombre llevara faldas o tacones, ni que una mujer se rapara la cabeza, se pusiera corbata o dejara de depilarse. Se considerarían preferencias personales sin ninguna connotación de ningún tipo. En dicha sociedad, los niños y las niñas podrían jugar con lo que quisieran sin que nadie les rechazara por ello. Sería, por tanto, una sociedad mucho más libre y tolerante.

En dicha sociedad, un hombre que se situara en el extremo que ahora consideramos femenino, no se consideraría que ha nacido con el cuerpo equivocado (ni transexual) aunque se pusiera tacones, se pintarla las uñas, se maquillara y se dejara el pelo largo, puesto que todo eso no serían “cosas de mujeres”. Únicamente sería transexual la persona que se sintiese mal con su cuerpo físico, con sus órganos sexuales, y sintiera la necesidad de operarse para cambiar su cuerpo. Es decir, no habría nada más para definirlo, tan solo el cuerpo físico y los genitales.

Por tanto, decirle a u niño o una niña que es transexual en base a que su personalidad, preferencias, gustos o forma de sentir no coinciden con las de su “género”, no tiene sentido, puesto que la personalidad o género “masculino” o “femenino” es solo un invento de la sociedad que va cambiando con el paso del tiempo.

Decirle a niñas y niños que deben ser de un modo u otro en función de su sexo biológico e insinuar que si no se comportan de acuerdo con eso es que han nacido en el cuerpo equivocado, implica coartar su libertad y puede tener graves consecuencias en su salud tanto emocional como física, puesto que podría acabar sometiéndose a una operación de cambio de sexo y hormonándose, con todos los problemas médicos y efectos secundarios que eso puede conllevar, sin ser realmente transexual.

Sin duda, una salida mucho más sana y tolerante consistiría simplemente en renunciar al género y dejar que las personas sean como son.

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