Autora: Ana Muñoz


El bruxismo es el hábito involuntario de apretar y rechinar los dientes inconscientemente. Afecta a entre un 10 y un 20 % de la población. Existen 2 tipos de bruxismo: nocturno y diurno. Por lo general, la persona con bruxismo nocturno no es consciente del problema.

Suelen ser sus compañeros de cama o habitación los que se dan cuenta debido al ruido del rechinar de dientes, o bien los dentistas que observan la destrucción del esmalte y la dentina.

La edad típica de inicio es de los 17 a los 20 años, y la remisión espontánea se suele producir a los 40 años de edad. También puede darse en niños. La distribución entre los sexos parece ser similar. La persona con bruxismo diurno suele apretar los dientes más que rechinarlos, aunque también puede darse un rechinar de dientes.

En la mayoría de los casos, el bruxismo es leve y no requiere tratamiento, pero en algunos casos puede ser demasiado intenso y frecuente y ocasionar problemas en la mandíbula, dolor de cabeza, daños en los dientes y otros problemas.

Signos y síntomas del bruxismo

  • Apretar y rechinar los dientes. El sonido durante la noche puede ser lo bastante fuerte como para despertar a la pareja.
  • Dientes desgastados, limados o dañados, con pérdida de esmalte.
  • Mayor sensibilidad dental.
  • Dolor mandibular o tirantez en los músculos de la mandíbula.
  • Dolor en los oídos debido a las violentas contracciones de los músculos de la mandíbula.
  • Dolor de cabeza (sobre todo por la mañana en el caso de los bruxistas nocturnos).
  • Dolor facial crónico.
  • Desgarros por masticación en la parte interna de las mejillas.

Causas del bruxismo

La causa principal del bruxismo es psicológica, aunque otros factores pueden contribuir a este problema, como un alineamiento anormal de los dientes superiores e inferiores (maloclusión).

Factores psicológicos. Se ha sugerido que el bruxismo es la expresión inconsciente y física de emociones que no se reconocen o expresan libremente, como ansiedad, frustración o ira. Puede ocurrir en niños que están comenzando a hablar pero no pueden expresar sus sentimientos. El bruxismo es más frecuente entre personas con un alto nivel de estrés y una personalidad tipo A (persona competitiva, agresiva y que concede una gran importancia al logro).

En un estudio realizado por la Universidad de Helsinki1 se vio que el bruxismo estaba asociado con un intenso estrés. Y un estudio realizado por el departamento de psicología de la Universidad de Loyola, en Chicago2, sugiere que la combinación de estrés y personalidad tipo A se asocia con el bruxismo en mayor medida que cualquiera de estas dos variables por separado.

Algunos autores consideran que el bruxismo es una respuesta reductora de ansiedad que se produce ante unos estímulos determinados asociados al estrés. En este sentido, el bruxismo sería una respuesta de escape, pues permite reducir o eliminar la ansiedad producida por una situación estresante.

En los niños, el bruxismo puede estar relacionado con la edad y el desarrollo. Entre las causas del bruxismo en niños se han citado las siguientes: maloclusión, ansiedad y estrés, alergia, ira, o una respuesta a un dolor de oídos o de dientes. Es bastante frecuente en niños normales de 5 y 6 años y es sobre todo frecuente en niños con retraso mental. La mayoría de los niños superan este problema antes de tener los dientes de adultos.

Factores de riesgo

Entre los factores que pueden incrementar el riesgo de padecer bruxismo se encuentran los siguientes:

  • Emociones, como ansiedad, ira y frustración.
  • Edad. Es común en niños pequeños, aunque suele desaparecer después de los 10 años. En los adultos es más frecuente entre la adolescencia y los 40 años. A partir de esa edad suele empezar a desaparecer.
  • Cafeína, nicotina, drogas. El uso de café, tabaco, cocaína o anfetaminas parece incrementar el riesgo de bruxismo.

Complicaciones

En la mayoría de los casos, el bruxismo no produce complicaciones, pero cuando es severo puede ocasionar:

  • Daños en los dientes o mandíbula, dislocación mandibular.
  • Dolores de cabeza por tensión muscular.
  • Dolor facial.
  • Insomnio debido al dolor.
  • Trastornos en las articulaciones temporomandibulares (situadas al lado de los oídos).
  • Agravación de otros problemas dentales o mandibulares previos.

Tratamiento

En la mayoría de los casos no es necesario un tratamiento, aunque si el problema es severo, entre las opciones de tratamiento se encuentran las siguientes:

Psicoterapia. Si el bruxismo es debido a problemas de estrés, ansiedad, ira, etc. un psicólogo puede ayudarte a solucionarlo mediante técnicas de manejo del estrés y otras técnicas psicológicas adecuadas a cada caso particular. También puede enseñarte técnicas conductuales para acabar con el hábito de rechinar los dientes.

Biofeedback. Es una técnica utilizada por algunos psicólogos y otros profesionales de la salud que consiste en colocar electrodos en diversas partes del cuerpo para monitorizar las respuestas fisiológicas (en el caso del bruxismo, se usan electrodos para monitorizar las respuestas fisiológicas ante el estrés, como la respuesta de rechinar o apretar los dientes) y te devuelven la información a través de señales visuales o auditivas. Con esta información empiezas a conocer la asociación entre el rechinar de dientes y el estrés y aprendes a cambiar tu comportamiento. Puedes usar un aparato portátil de biofeedback en casa, que te proporcionará tu terapeuta.

Protección dental. En los casos más graves, es necesaria la colocación de una protección dental de resina o plástico, conocida como férula de descarga, para impedir la lesión permanente y desfiguración de los dientes. La férula de descarga elimina el dolor de mandíbula, de cabeza o de oídos, así como otras molestias que puedan haber aparecido debidas al desgaste de la musculatura de la mandíbula.

Medicación. En general, los fármacos no son eficaces para tratar el bruxismo.

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