Autora: Ana Muñoz


En la aparición de la úlcera intervienen diversos factores (genética, infecciones, déficits alimentarios, tabaco alcohol, etc.) Entre estos factores se encuentran también los psicológicos, que juegan un papel importante en su aparición y evolución.

El estado emocional influye sobre la actividad gástrica, y determinadas emociones producen reacciones específicas. Por ejemplo, emociones como la ira, rabia o frustración se asocian a un aumento de la actividad estomacal, sobre todo si la persona se calla y no expresa esas emociones; mientras que la depresión y el miedo producen el efecto contrario, disminuyendo la actividad del estómago.

Cómo influyen las emociones en la aparición de la úlcera

Las emociones pueden producir ulceraciones:

  • Directamente, al desencadenar una actividad gástrica anormal.
  • Indirectamente, al dar lugar a comportamientos desadaptativos, como la ingesta de alcohol.

Las personas con úlceras suelen haber vivido cambios significativos e importantes en sus vidas antes de la aparición de las úlceras; sobre todo las personas con úlcera duodenal.

No existen acontecimientos determinados que den lugar a úlceras, sino que es la evaluación que hace la persona de dicho acontecimiento lo que va a determinar su respuesta. Es decir, la forma en que lo interpreta y el significado que considera que tiene. Esta evaluación determina, a su vez, las emociones sentidas y las repuestas motoras que la persona pone en marcha para hacer frente al estresor. En el caso de las úlceras, la evaluación predominante está relacionada con emociones de enfado y resentimiento, especialmente cuando la expresión de las mismas se inhibe, así como una respuesta pasiva en la que la persona se limita a resistir o soportar la situación.

De este modo, se establece una situación de conflicto, pues por un lado se evalúa la situación como amenazante, y por otro lado no se hace nada para eliminarla, ni tan siquiera se produce la expresión de las emociones. Por tanto, se da una discrepancia entre la evaluación y la respuesta. Además, las emociones no expresadas actúan como un estresor interno mantenido en el tiempo, que provoca una respuesta de activación continuada, la cual implica principalmente al eje endocrino. Veamos esto con más detalle:

Cuando se percibe la situación como amenazante se produce la activación de un primer eje, el sistema nervioso simpático (que no repercute en el desarrollo de la úlcera). Esta activación prepara al organismo para hacer frente físicamente al estresor. Para ello, este sistema traslada los recursos de aquellos sistemas u órganos implicados en tareas a largo plazo (sistema reproductor, digestivo, de excreción...) a aquellos otros necesarios para la acción de lucha que se necesita en ese momento (brazos, piernas...).

En cuanto al sistema digestivo, el sistema nervioso simpático inhibe su acción, lo que da lugar a :

1.Cese de los movimientos peristálticos estomacales.

2. Cese de la secreción de ácidos y enzimas, lo cual, a su vez provoca una disminución de secreciones mucosas y de bicarbonato, que son factores protectores. Una vez que desaparece el estresor, y vuelven a segregarse los ácidos con normalidad, las pareces del estómago no han recuperado todavía su capacidad para defenderse de los efectos del ácido.

3. Cese de la absorción de sustancias.

4. Disminución del riego sanguíneo estomacal. Durante el estrés, el sistema nervioso desvía la sangre a zonas más importantes para hacer frente a la amenaza percibida, como los músculos. Esta disminución de aporte sanguíneo puede provocar úlceras por dos motivos:

a) Al disminuir el riego sanguíneo, se elimina menor cantidad de ácido, acumulándose más cantidad en el estómago.

b) Al disminuir el aporte sanguíneo, disminuye también el aporte de oxígeno; y cuando el riego vuelve ser normal, aumentan los radicales de oxígeno.

La activación de este sistema se reduce en unos 15 o 30 minutos, pues no puede funcionar mucho tiempo a estos niveles de activación. De modo que si el estresor continua, se activa el eje 2, el sistema neuroendocrino, más lento pero de efectos similares. Este sistema implica la activación de las glándulas suprarrenales, con la producción de adrenalina y noradrenalina, de efectos similares al sistema nervios simpático (cese del peristaltismo, cese de la secreción de ácidos, etc).

Si el estresor persiste en el tiempo, se activa el tercer eje, el eje endocrino, que segrega glucocorticodes (cortisol y cortisona), que facilitan el incremento de la irritación gástrica. La irritación gástrica mantenida da lugar a una gastritis, que hará inflamarse las células mucosas. Esta inflamación es un recurso para protegerse de la acción corrosiva del ácido gástrico, pero es bloqueada por la acción continua de los glucocorticoides, produciéndose una acción corrosiva más intensa de los jugos gástricos, favoreciéndose así la aparición de lesiones.

Al mismo tiempo, la acción de los glucocortocoides produce una disminución en la secreción de prostaglandinas, las cuales contribuyen a la cicatrización de pequeñas lesiones que se producen en el estómago como consecuencia de la disminución del riego sanguíneo en sus paredes. Al disminuir la producción de prostaglandinas, disminuye la capacidad para sanar las úlceras.

Por último, los altos niveles de glucocorticoides producen una disminución de la actuación del sistema inmunitario. Eso hace que el estómago esté menos protegido frente a la acción de las bacterias que se encuentran con frecuencia en el estómago, como la Helicobacter pylori. Todas estas respuestas fisiológicas se ven también afectadas por factores de predisposición genética, que hacen que existan elevados niveles de secreción de ácidos.

Diferencias entre úlceras gástricas y duodenales

En las úlceras gástricas parece jugar un papel importante la inhibición o no expresión de las emociones. Dichas emociones actúan como un estresor continuado que pone en marcha las respuestas del estrés, produciendo una sobreactivación continuada, con el incremento de la secreción de glucocorticoides.

En las úlceras duodenales, parece que el factor más importante es la secreción excesiva de ácido gástrico, que se relaciona con factores de predisposición genética y psicológicos. Los estresores psicosociales que exigen altas demandas a una persona se relacionan con la aparición de úlceras duodenales. En estos casos, el estrés produce un cese de las funciones estomacales; al desaparecer el estresor y volver a segregarse el ácido, puede dañarse un duodeno aún no recuperado, tal y como se explica en el punto 2.

Características de personalidad en pacientes con úlcera gastroduodenal

Existen algunas características de personalidad que son frecuentes en estas personas:

1. Dependencia. Suele tratarse de personas con intensos deseos de dependencia que, sin embargo, se muestran ante los demás como independientes, autosuficientes y competitivas.

2. Hipocondriasis y somatización. Es decir, existe una tendencia a expresar los conflictos mediante el cuerpo.

3. Percepción negativa de los acontecimientos vitales. Tienden a percibir de forma negativa los acontecimientos de sus vidas debido a sus necesidades de dependencia, sus escasas estrategias de afrontamiento y la falta de apoyo social en situaciones críticas que suele darse también en estas personas.

4. Falta de iniciativa, de estabilidad y de confianza en el manejo de la realidad. Son también personas muy vulnerables al estrés.

5. Inhibición de la agresividad, con agresividad dirigida hacia sí mismos, con sentimientos de culpa y autocríticas.

Tratamiento psicológico

El tratamiento de las úlceras pépticas desde la psicología conllevaría ayudar a estas personas a tener percepciones correctas de los acontecimientos, enseñarles estrategias de afrontamiento adecuadas, enseñarles la adecuada expresión de emociones, enseñarles técnicas para controlar la activación fisiológica, como técnicas de relajación, etc.