Autora: Ana Muñoz


El parto se divide en tres etapas o fases. La primera consiste en la dilatación del cérvix o cuello del útero para permitir el paso del bebé. La segunda fase es el nacimiento en sí mismo. Y la tercera fase consiste en la expulsión de la placenta.

La duración del parto puede variar mucho de una mujer a otra, yendo desde una sola hora hasta 24 horas. Por lo general, suele ser más largo en madres primerizas, para quienes suele durar una media de 14 horas. Entre las mujeres que ya han dado a luz, el parto tienen una duración media de unas 6 horas.

Primera etapa del parto

Esta etapa se divide también en tres fases.

Durante la primera fase, el cérvix se dilata hasta 3 cm. Comienza con el inicio de las contracciones (cuyo objetivo es precisamente producir esta dilatación). En esta fase, las contracciones duran entre 30 y 60 segundos, pueden ser regulares o irregulares y aparecen con una frecuencia de entre 5 y 20 minutos. Pueden ir acompañadas de malestar estomacal y diarrea. Es la fase más larga y puede durar varias horas. Caminar entre una y otra contracción puede ayudar a aliviar el dolor. En esta fase puede suceder que las contracciones cesen a veces durante un buen rato.

En la siguiente fase el cérvix se dilata hasta los 7 cm y las contracciones se vuelven más intensas, largas y dolorosas. Pueden durar entre 45 segundo y un minuto o más y aparecer cada dos o tres minutos. En esta fase, el bebé está bajando por tu pelvis. Una vez que han dilatado unos 4 cm, la mayoría de las mujeres dilatan un cm por hora. Esta fase suele durar entre 3 y 8 horas. Es probable que te sientas cansada e irritable y que necesites estar en una habitación tranquila con la luz atenuada para concentrarte en el trabajo que estás realizando.

En el hospital, tu médico te hará exámenes regulares para ver cuánto estás dilatando. Si el saco amniótico no se ha roto todavía (lo que se llama romper aguas), tu médico podría romperlo ahora.

Durante esta fase puedes usar las técnicas aprendidas durante la preparación al parto o técnicas de relajación. También puede servir de ayuda balancearte en una mecedora, caminar o toma una ducha templada. Entre contracciones, trata de relajarte.

En la última fase de esta etapa, el cérvix se dilata hasta 10 cm. Es la fase más corta pero también la más dolorosa, pues las contracciones son más fuertes y más frecuentes, como si no cesaran del todo nunca y duran entre 60 y 90 segundos. Sientes una gran presión en la parte baja del abdomen y el recto y puedes sentir náuseas o vomitar. En un instante puedes sentirte sudorosa y acalorada y al siguiente stienes frío. Las piernas están débiles y temblorosas y puedes tener calambres en ellas. Por suerte, esta fase no dura mucho y pronto estarás lista para empezar a empujar.

Si en esta fase sientes la necesidad de empujar es preferible que no lo hagas hasta haber dilatado por completo. Esto impedirá que el cérvix se desgarre o inflame.

Segunda etapa del parto: el nacimiento del bebé

Una vez que has dilatado 10 cm, comienza la segunda etapa del parto, que consiste en el nacimiento del bebé.

Sobre todo si eres una madre primeriza, seguramente tengas que empujar entre una y dos horas hasta que nazca el bebé.

Una vez que salga la cabeza del bebé, es probable que tu médico te pida que dejes de empujar para comprobar que el cordón umbilical no esté enrollado en el cuello del bebé. Puede que te cueste trabajo dejar de empujar. Para que te sea más fácil, puedes probar a soplar cuando sientas deseos de empujar.

Tras nacer, el bebé está aún unido a la placenta mediante el cordón umbilical, que es necesario cortar. Se colocan dos pinzas en el cordón y se corta entre ellas. Este corte no produce ningún dolor. Nada más nacer, es probable que pongan a tu bebé sobre tu pecho o tu abdomen.

Después se llevarán a tu bebé para examinarlo y pesarlo, lo secarán y envolverán en una manta y le aplicarán el test de Apgar para ver que todo funciona correctamente. También le colocarán una pulsera identificativa para que no haya duda de que es tu bebé y te lo volverán a traer enseguida. Podrás empezar a amamantarlo desde el principio.

Tercera etapa del parto: la expulsión de la placenta

La placenta es el órgano que ha alimentado a tu bebé durante el embarazo. Está adherida a la pared del útero y ahora necesita desprenderse y ser expulsada a través de la vagina. Por este motivo, tras el nacimiento del bebé seguirás teniendo contracciones, aunque más leves, que ayudarán a expulsar la placenta y a hacer que el útero se vuelva más firme.

Por lo general, la expulsión de la placenta se produce entre 5 y 10 minutos después del nacimiento del bebé, aunque a veces puede tardar hasta media hora. Para expulsarla tendrás que volver a empujar. Es posible que tu médico haga un masaje profundo en la parte baja de tu abdomen para ayudar a que se produzcan las contracciones para expulsar la placenta. Este masaje puede ser doloroso. Tras la expulsión de la placenta es posible que te administren una inyección de oxitocina para estimular las contracciones. Estas contracciones son importantes para hacer que tu útero se ponga más firme.

Por lo general, la expulsión de la placenta no es dolorosa y no suele haber complicaciones, pero si la placenta no llega a ser expulsada, el médico tendrá que eliminarla manualmente. Una vez expulsada, el médico la examinará para asegurarse de que se ha expulsado por completo y no queda ningún trozo en el interior de tu útero, pues si esto sucediera podría producir sangrado e infección.

Según afirma la mayoría de las mujeres, olvidarás todo el esfuerzo y dolor que has padecido una vez que sostengas a tu bebé en tus brazos.