Autora: Ana Muñoz


Se trata de comportamientos que no suelen suceder con asiduidad, de manera que no son aptos para usar un programa de economía de fichas, como los descritos anteriormente (ver índice). En estos casos, el modo de proceder es el siguiente:

1. Asegúrate de que puedes observar la conducta que deseas detener o de que puedes detectar indicios claros de que ha tenido lugar, como encontrar en el dormitorio de tu hijo objetos que no le pertenecen (cuando el problema a modificar es su tendencia a robar).

2. Piensa con antelación en un castigo que consista en hacer que realice alguna tarea tediosa, como fregar el suelo, limpiar el garaje, etc. Es decir, una tarea que sea trabajosa y que el niño nunca haría voluntariamente. Para niños de seis o siete años, es recomendable que la tarea dure unos 15 minutos, mientras que para niños mayores de siete dure unos 30 minutos. Este castigo debe ser la única consecuencia de su comportamiento; es decir, nada de sermones, ni humillaciones, ni cachetes. Todo el peso del castigo debe estar en la tarea seleccionada. No obstante, en algunos casos será conveniente hacer también que se disculpe si ha causado un daño a alguien o que repare el daño de algún modo, como pagar el objeto que ha dañado (o una parte del precio, según el dinero de que se trate). No elijas como castigo hacer que haga algo que le has pedido en muchas ocasiones pero nunca ha hecho. El objetivo es modificar su comportamiento, no conseguir que finalmente haga algo a lo que se ha negado una y otra vez. No conviene mezclar las cosas. Tampoco uses como castigo ninguna tarea que deseas fomentar en él o ella, como leer, escribir, hacer ejercicios de matemáticas, etc. No es conveniente que vea estas cosas como castigos.

3. Mantén la calma cuando le apliques el castigo.

4. Explícale lo que tiene que hacer, por qué está siendo castigado (lo que ha hecho mal) y de qué modo debería haberse comportado. Por ejemplo, si ha robado algo dile: "A veces las personas desean tener cosas que no tienen, pero en vez de robarlas, hay otras cosas que puedes hacer, como decirme que tienes muchas ganas de tener algo, ahorrar para conseguirlo, pedirlo prestado. Así que cada vez yo descubra o tenga motivos para pensar que has robado algo tendrás que hacer una tarea extra. Sé que no quieres hacer estas tareas y yo tampoco quiero que tengas que hacerlas, así que es mejor que no vuelvas a robar nunca más."

5. Haz que haga la tarea inmediatamente. Cuanto más unido esté el castigo a la conducta inadecuada, más efectivo es, de modo que debe administrarse en cuanto suceda o, al menos, en cuanto la descubras.

6. No amenaces con hacer que haga la tarea; simplemente, haz que la haga. Tampoco discutas ni permitas regateos.

7. Si no quiere hacer la tarea, dile que no vas a empezar a contar el tiempo (por ejemplo, los 15 minutos que debe estar limpiando el garaje) hasta que empiece. Si se sigue negando, dile que puede elegir entre hacer la tarea o perder un privilegio. Dile el privilegio concreto que puede perder, por ejemplo: "Puedes elegir entre limpiar el garaje o que te quite los videojuegos durante toda la tarde". Procura tener pensado con antelación qué privilegios puede perder.

8. Si accede pero lo hace mal, enfadado, arrojando objetos, etc., dile que pare y quítale el privilegio.

9. Elogia a tu hijo por hacer la tarea asignada. A los más pequeños elógialos antes, durante y después; a los más mayores basta con decir alguna palabras que demuestren que elogias su comportamiento: "muy bien, has empezado enseguida y has hecho un buen trabajo."

10. Refuerza (elogia) al niño cada vez que se comporte del modo como le has explicado que debería haberse comportado. Por ejemplo, elógialo si te dice que está ahorrando para comprarse algo o te dice que desea tenerlo (en vez de robarlo).