Autora: Ana Muñoz


Autoconcepto

El autoconcepto es la imagen que una persona tiene de sí misma. Esta imagen se basa en el conocimiento que una persona tiene de lo que ha hecho y ha sido, y sirve como guía a la hora de decidir qué hacer o ser en el futuro.

El autoconcepto que se construye en la niñez suele ser sólido y puede perdurar hasta la edad adulta. Si en esta época un niño se forma una imagen negativa de sí mismo, también puede acompañarle hasta mucho tiempo después de haber abandonado la niñez. Por este motivo, puede resultar útil que los padres ayuden a los niños a formarse una imagen positiva de sí mismos.

Los niños más pequeños tienden a usar un pensamiento de todo o nada que aplican también a sí mismos. Sin embargo, entre los siete y los ocho años los niños desarrollan sistemas de representación que les permiten integrar diferentes características de sí mismos para hacer generalizaciones más amplias. Por ejemplo, pueden decir: "Me siento muy inteligente en lenguaje, pero muy poco inteligente en matemáticas". Es decir, pueden integrar dos conceptos que parecen contradictorios (listo y tonto).

Autoestima

El autoconcepto que un niño tiene de sí mismo es muy importante para el desarrollo de la autoestima. La autoestima es el sentido de la propia valoración. Los niños comparan sus yo ideales con sus yo reales y se juzgan a sí mismos.

Las opiniones que los niños tienen de sí mismos ejercen una gran influencia en el desarrollo de la personalidad y sobre todo en su estado de ánimo. Los niños con una autoestima alta tienden a ser alegres, mientras que los niños con baja autoestima suelen mostrarse deprimidos o irritables.

Los niños con autoestima alta son confiados, curiosos e independientes, confían en sus propias ideas, inician retos o actividades nuevas con confianza, se sienten orgullosos de su trabajo y se describen de forma positiva, toleran bien la frustración, se adaptan bien al cambio, perseveran para alcanzar una meta y pueden manejar adecuadamente una crítica o las burlas.

Por el contrario, los niños con baja autoestima no confían en sus propias ideas, carecen de confianza, tienen falta de voluntad, observan en lugar de explorar por sí mismos, se retraen, se alejan de otros niños, se describen de manera negativa y no se sienten orgullosos de su trabajo.}

Fuentes de autoestima

Según las investigaciones realizadas por Susan Harter, la autoestima procede de dos fuentes principales: lo competentes que se consideran los niños en aspectos que para ellos son importantes y cuánto apoyo social reciben de otras personas.

Las principales fuentes de autoestima de los niños, por orden de mayor a menor importancia son las siguientes:

1. Aceptación y apoyo de personas importantes. El factor más importante que hace que los niños tengan una alta autoestima tiene que ver con lo bien que se siente el niño con las personas que son importantes en su vida: en primer lugar los padres y compañeros y luego los amigos y profesores.

2. Aspecto físico. Al evaluarse a sí mismos, los niños consideraban la apariencia física como el área más importante y se juzgaron a sí mismos según lo atractivos que se consideraban.

3. En tercer lugar se encuentra la aceptación social.

4. La competencia en el trabajo escolar, el comportamiento y la actividad atlética resultaron menos importantes

La presencia de una de estas fuentes no compensa la falta de otra. Por ejemplo, aunque una niña piensa que es importante ser guapa y lista y que ella es ambas cosas, su autoestima puede verse dañada si no se siente aceptada por su familia u otras personas importantes en su vida. O bien, si se siente aceptada por sus amigos y familia, pero piensa que es muy importante el deporte y que no es buena en eso, su autoestima puede verse también dañada

Entre los siete y ocho años, los niños interiorizan emociones complejas, que antes no sentían, como el orgullo y la vergüenza. El grado de orgullo y vergüenza que sienten de sí mismos influye también en la opinión que tienen de ellos mismos.

Cómo son los padres de niños con alta autoestima

Los progenitores que tienen hijos con alta autoestima utilizan el llamado estilo de crianza democrático. Son padres que muestran amor y aceptación a sus hijos, al tiempo que son bastante exigentes en cuanto al desempeño académico y el buen comportamiento de los niños. Demuestran respeto por sus hijos y permiten la expresión individual dentro de unos límites bien definidos y claros.

Estos padres utilizan el premio más que el castigo y premian por el esfuerzo y la habilidad, más que por el resultado (es decir, por el esfuerzo y el trabajo en el estudio más que por la nota sacada). Además, tienen una elevada autoestima y vidas activas y productivas.

Al establecer normas claras y firmes permiten a los niños saber qué se espera de ellos, lo cual les ayuda a lograr control de sí mismos. Además, al funcionar dentro de un sistema de reglas aprenden a tener en cuenta las exigencias del mundo exterior.

Los padres que hacen exigencias a sus hijos demuestran que piensan que sus hijos son capaces de cumplirlas y que les darán suficiente atención y apoyo para lograrlo.