Autora: Ana Muñoz
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) es una enfermedad crónica causada por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), un retrovirus que afecta al sistema inmunitario, debilita las defensas del organismo y aumenta la susceptibilidad a infecciones oportunistas y ciertos tipos de cáncer. Si bien en sus inicios se consideraba una enfermedad fatal, los avances en la medicina han permitido convertirla en una afección crónica manejable con el tratamiento adecuado.
Historia y descubrimiento
El SIDA se describió por primera vez en 1981 en EE.UU., cuando se detectaron casos de sarcoma de Kaposi y neumonía por Pneumocystis jirovecii en hombres homosexuales. Posteriormente, se identificó también en personas usuarias de drogas inyectables, hemofílicos y receptores de transfusiones de sangre. En 1983, se descubrió el VIH como el agente causal de la enfermedad, un virus que puede afectar a cualquier persona.
El VIH y su mecanismo de acción
El VIH es un retrovirus que ataca las células del sistema inmunitario, en particular los linfocitos T CD4. El virus se une a estas células y las utiliza para replicarse, lo que lleva a su destrucción progresiva. A medida que disminuye la cantidad de linfocitos CD4, el sistema inmunitario pierde la capacidad de combatir infecciones y enfermedades.
Etapas de la infección por VIH
1. Fase aguda. Ocurre entre 2 y 4 semanas después de la infección. Puede manifestarse con síntomas similares a los de la gripe: fiebre, dolor de garganta, erupción cutánea y ganglios inflamados.
2. Fase crónica o latencia clínica. El virus sigue replicándose a niveles bajos, pero la persona puede no presentar síntomas durante varios años.
3. SIDA. Se considera la etapa avanzada de la infección por VIH. Ocurre cuando el recuento de CD4 cae por debajo de 200 células/mm³ o cuando aparecen infecciones oportunistas graves.
Formas de transmisión
El VIH se transmite a través de:
- Relaciones sexuales sin protección con una persona infectada.
- Compartir agujas o material contaminado en el uso de drogas inyectables.
- Transfusiones de sangre (en la actualidad, los bancos de sangre realizan pruebas rigurosas para evitar este riesgo).
- Transmisión de madre a hijo durante el embarazo, parto o lactancia.
- Exposición ocupacional en personal sanitario por pinchazos accidentales.
Prevención
Las principales estrategias de prevención son las siguientes:
- Uso correcto del preservativo en todas las relaciones sexuales.
- Pruebas periódicas de VIH, especialmente en personas con conductas de riesgo.
- Profilaxis previa a la exposición para personas con alto riesgo de infección.
- Profilaxis posexposición en caso de posible exposición al VIH.
- Programas de intercambio de agujas para personas usuarias de drogas inyectables.
- Tratamiento antirretroviral en mujeres embarazadas con VIH para prevenir la transmisión al bebé.
Tratamiento
El tratamiento del VIH se basa en la terapia antirretroviral (TAR), que consiste en una combinación de medicamentos que inhiben la replicación del virus y ayudan a mantener un sistema inmunitario funcional. Las terapias modernas permiten que las personas con VIH tengan una esperanza de vida cercana a la de la población general.
El TAR posibilita lo siguiente:
- Reducción de la carga viral a niveles indetectables.
- Prevención de la transmisión del VIH.
- Disminución del riesgo de infecciones oportunistas y otras complicaciones de salud.
Prevalencia en España
Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, en España se notifican alrededor de 3000 nuevos diagnósticos de VIH al año. La mayoría de los casos se producen por transmisión sexual. Gracias a los programas de detección precoz y tratamiento, la mortalidad por SIDA ha disminuido considerablemente.
Prevalencia en el mundo
Según ONUSIDA, en 2023:
- Aproximadamente 39 millones de personas vivían con VIH en el mundo.
- 1,3 millones de personas adquirieron la infección en el último año.
- 630.000 personas murieron por causas relacionadas con el SIDA.
- El acceso a la TAR ha aumentado, permitiendo que más de 29 millones de personas reciban tratamiento.
Pronóstico y supervivencia
Con el tratamiento adecuado, el VIH ya no es una sentencia de muerte. Una persona con acceso a TAR y un seguimiento médico adecuado puede tener una esperanza de vida similar a la de una persona sin VIH.
Factores que influyen en la supervivencia
- Inicio temprano del tratamiento: cuanto antes se inicie la TAR, mejor es el pronóstico.
- Adherencia al tratamiento: tomar los medicamentos correctamente reduce la carga viral y el riesgo de complicaciones.
- Acceso a atención médica: un seguimiento regular con pruebas de carga viral y recuento de CD4 es crucial.
- Estilo de vida saludable: una buena alimentación, ejercicio y evitar el tabaco y el alcohol ayudan a mantener una buena calidad de vida.
En resumen, el VIH/SIDA ha pasado de ser una enfermedad mortal a una enfermedad crónica controlable gracias a los avances médicos. La prevención, el diagnóstico temprano y el acceso al tratamiento son fundamentales para reducir su impacto. Aunque aún no existe una cura definitiva, la investigación sigue avanzando con el objetivo de erradicar la enfermedad en el futuro.