Autora: Ana Muñoz


"Vuestros medicamentos han de ser vuestros alimentos y vuestros alimentos deben ser medicamentos."
- Paracelso -

Cuando el ser humano enferma, la alimentación es una parte muy importante del tratamiento.

En los procesos digestivos participan una gran cantidad de enzimas. Se conocen unas 18.000, aunque se estima que pueden existir alrededor de 40.000 enzimas. En esencia, la digestión está dirigida por procesos enzimáticos.

Solamente en los alimentos crudos, como ensaladas, fruta o productos integrales, pueden encontrarse enzimas intactos biológicamente activos (o fermentos). Incluso un calentamiento por encima de 41 grados centígrados inicia la destrucción de importantes enzimas.

Los aditivos alimenticios también bloquean e inactivan los sistemas enzimáticos fundamentales para la vida.

Como consecuencia de la falta de enzimas, las funciones digestivas del estómago, la bilis y el páncreas no pueden realizarse correctamente. Quedan restos de alimentos sin digerir en las porciones inferiores del intestino delgado y en el intestino grueso. Así se desarrollan colonizaciones bacterianas perjudiciales y se desarrollan fenómenos de putrefacción y fermentación, lo cual supone un campo de cultivo para bacterias intestinales patógenas.

Las enzimas contenidas en los alimentos crudos facilitan la unión del oxígeno que se ingiere con el alimento, creando un ambiente libre de oxígeno que es la condición necesaria para la presencia de una flora intestinal adecuada.

Si no se produce este proceso bioquímico, el oxígeno no unido promueve el crecimiento de bacterias intestinales y la destrucción de vitaminas. De esta forma, puede crearse una alteración digestiva que comienza con una irritación crónica de la mucosa intestinal y da lugar a un aumento del peristaltismo del intestino delgado, con una velocidad de paso del bolo alimenticio demasiado rápida. Ante eso, el intestino grueso reacciona intentando compensar esta alteración mediante una reducción de la velocidad de paso del alimento. Así se genera un estreñimiento.

La persona que padece de estreñimiento es portadora de un foco patógeno que genera gases y toxinas constantemente, contaminando el organismo y favoreciendo el desarrollo de enfermedades crónicas.

En los pacientes reumáticos se añade el hecho de que el metabolismo está realizando una gran esfuerzo en la eliminación de toxinas. A ello se añade el hecho de la función intestinal alterada.

La dieta

La dieta antirreumática tiene una duración de tres a cuatro semanas. Al comienzo de la dieta antirreumática se recomienda realizar unos días de ayuno. Durante el ayuno debe tomarse una cantidad de líquido adecuado y pueden tomarse zumos de verduras frescas o con fermentación ácido-láctica.

Después, durante la primera fase de la dieta, el paciente ha de limitarse exclusivamente a una dieta cruda. Verduras crudas, frutas, ensaladas y productos integrales compondrán el plan alimentario. Deben evitarse totalmente las grasas animales, las proteínas, el chocolate y los dulces. El objetivo de esta alimentación consiste en limpiar el cuerpo de toxinas.

El sistema inmunitario representa un papel importante en las enfermedades inflamatorias, y es importante realizar una regeneración de la flora intestinal para asegurarse una actuación inmunológica adecuada. Cuando hay desequilibrios de la flora intestinal se desarrollan productos de fermentación y putrefacción que se absorben por el tejido circundante, pudiendo así alterar la microcirculación del sistema óseo y conjuntivo.

Una vez finalizada esta fase de tratamiento dietético y tras la remisión de procesos inflamatorios y febriles (para ello han podido usarse también medicamentos homeopáticos) se puede ampliar el plan dietético. Aún deberán ingerirse un gran porcentaje de alimentos crudos, pero se completa con comidas calientes. En la elección de estas comidas deberán tenerse en cuenta las siguientes normas:

  • Sólo deberán ingerirse frutas y verduras de la temporada, pues han experimentado un proceso de maduración natural. Hay que asegurarse de la las frutas y verduras hayan madurado completamente antes de su recolección.
  • Los cereales integrales son de gran utilidad, pues poseen una composición ideal de sustancias vitales y deberán incluirse siempre en cualquier dieta.
  • Deben evitarse las carnes procedentes de ganado de engorde y embutidos, pues favorecen las alteraciones reumáticas y otra serie de perjuicios para la salud.
  • No deben consumirse cantidades excesivas de subproductos de harinas blancas, conservas, sustancias elaboradas con azúcar blanco, bebidas carbonatadas, alimentos con colorantes, café y té.
  • Están especialmente recomendadas las verduras, frutas y ensaladas.
  • El arroz actúa disminuyendo los edemas. También el espárrago, apio, zanahorias, perejil, ortiga y diente de león poseen una elevada acción diurética.
  • Deberá emplearse la sal en poca cantidad. Es preferible condimentar los alimentos con tomillo, salvia, albahaca, perifollo, ajo, cebolla, baya de enebro, azafrán, canela, perejil y cebollino.
  • También son recomendables los copos de avena, pan integral, requesón, queso, leche batida y agua mineral no carbonatada.
  • Deberán ingerirse como mínimo 5 comidas poco copiosas al día.