Autora: Ana Muñoz


El término reumatismo hace referencia a un conjunto de trastornos que afectan principalmente a las estructuras del aparato locomotor (músculos, articulaciones, etc.) y que cursan con síntomas como dolor, rigidez, deformidad o trastornos en su funcionamiento.

En los pacientes con enfermedades reumatológicas es bastante frecuente la existencia de trastornos psicológicos. Cuando dichos trastornos son la causa de los síntomas reumáticos hablamos de reumatismo psicógeno. No obstante, los síntomas psicológicos también pueden ser la consecuencia de la enfermedad reumática o del estrés que la enfermedad crónica les provoca.

En general, los motivos de los trastornos psicológicos en pacientes reumatológicos, se pueden clasificar en los siguientes:

1. Reumatismo psicógeno. Los síntomas reumáticos se deben a una somatización; es decir, se da un desplazamiento del malestar emocional desde el plano psíquico al corporal.

2. Los síntomas psicológicos están producidos por la enfermedad reumática, debido al estrés que esta conlleva, a los cambios en su estilo de vida, la pérdida de capacidad funcional, la dependencia de otras personas, etc. Todo esto puede dar lugar a un cuadro ansioso-depresivo.

3. Coexistencia de una enfermedad reumática y un trastorno psicológico, sin que ambos guarden relación. Algunos autores rechazan esta postura al considerar que todos los síntomas, tanto físicos como somáticos, que una persona presenta en un momento dado están relacionados, pues ven al ser humano como un todo.

4. Trastornos psicológicos producidos por los efectos secundarios de los fármacos utilizados para tratar el reumatismo (corticoides, antiinflamatorios), como la psicosis por corticosteroides.

5. Trastornos psicológicos producidos por la afectación del sistema nervioso por la enfermedad reumatológica.

6. Alteraciones psicológicas provocadas por el dolor crónico. En los pacientes con dolor es frecuente la existencia de sintomatología psicológica, predominando la ansiedad y la depresión. La ansiedad es más típica del dolor agudo, mientras que la depresión es más característica del dolor crónico. La ansiedad también está relacionada con la percepción del dolor, de modo que a mayor ansiedad, mayor percepción del dolor, aunque no se conoce el motivo.

En las páginas siguientes veremos diversos cuadros de reumatismo psicógeno.

Síndrome cervicocraneal psicógeno

También llamado síndrome neurótico-cervical de Rallo, o síndrome cervicocefálico psicógeno. El síntoma principal consiste en un dolor en la nuca (nucalgia) que a menudo se extiende hacia la región occipital.

Otros síntomas que también pueden estar presentes son los siguientes:

  • Vértigos, con sensación de inseguridad o mareo, que pueden llegar a dificultar la marcha.
  • Zumbidos en los oídos y problemas de audición.
  • Molestias en la faringe al tragar.
  • Trastornos funcionales de la visión.
  • Parestesias (entumecimiento, adormecimiento, hormigueo) en las extremidades superiores.

Existe una relación entre los síntomas y los conflictos psíquicos, de manera que dichos síntomas desaparecen cuando desaparece el conflicto.

Se presenta sobre todo en mujeres entre 35 y 45 años con otros síntomas de carácter depresivo, que llevaría a incluir los síntomas cervicales como parte de una depresión somatomorfa.

No hay que confundir este trastorno con otros similares como la artrosis cervical o la insuficiencia vertebrobasilar. La diferencia consiste en que al realizar una radiografía en un caso de síndrome cervicocraneal no se encuentran más alteraciones que las que cabría esperar en función de la edad del paciente. Por otro lado, la causa de la insuficiencia vertebrobasilar es de tipo arteriosclerótica.

Dorsalgia benigna

Consiste en dolores localizados en la espalda, en la región interescapular (entre las "paletillas"), desde la parte baja del cuello hasta la cintura. A veces el dolor se extiende hasta la zona intercostal o el pecho. El dolor es variable, pudiendo presentarse como parestesias, quemazón.

Es más frecuente en mujeres jóvenes, de 16 a 40 años, con profesiones que requieren cierta sobrecarga muscular y que precisan un grado de atención que puede provocar tensión nerviosa; por ejemplo, costureras, mecanógrafas, telefonistas, planchadoras, etc.

El dolor es persistente y aparece un problema psíquico acompañante.

Durante la exploración física se detecta una contractura muscular en la zona y dolor al presionar las vértebras dorsales, sobre todo desde la D3 a la D5.

Lumbalgia psicógena

El dolor lumbar suele producirse normalmente al realizar un movimiento brusco o al levantar un peso excesivo. En estos casos, se trata de un dolor agudo que desaparece con el tiempo.

En cambio, cuando el dolor es crónico, en la mayoría de los casos se trata de la expresión de un conflicto psíquico y constituye una lumbalgia psicógena.

Este tipo de lumbalgia es una de las causas benignas más frecuentes de discapacidad en personas menores de 45 años.

Es más frecuente en mujeres que se sienten inseguras a la hora de enfrentarse a las exigencias de sus vidas, lo cual se refleja en una postura excesivamente rígida de la columna vertebral. También se da en mujeres que han dejado de ofrecer resistencia y se hunden bajo el peso de las exigencias de sus vidas.

Cuando no se tienen en cuenta los aspectos psicológico en el tratamiento, de manera que este se limita a los síntomas físicos, el trastorno no desaparece sino que se cronifica, con la consiguiente frustración para médico y paciente. En cambio, cuando se tienen en cuenta los factores psicológicos y se lleva a cabo la psicoterapia correspondiente, los resultados suelen ser positivos.

Los trastornos psicológicos más frecuentes que aparecen entre estas personas son, en primer lugar, los trastornos somatomorfos, seguidos de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.

Acroparestesias nocturnas

Se producen parestesias (adormecimiento, hormigueo, entumecimiento, etc.) de los pies y las manos que en ocasiones se extienden a los antebrazos y los brazos. A veces el quinto dedo no se ve afectado. No se dan trastornos motores ni atrofia muscular.

Aparece sobre todo durante la segunda mitad de la noche, interrumpiendo el sueño, y afecta sobre todo a mujeres pre o postmenopáusicas que presentan también estrés.