Autora: Ana Muñoz


La sexualidad es uno de los aspectos del ser humano que muestra con más claridad la acción conjunta de variables de tipo psicológico (por ejemplo, las actitudes respecto al sexo), biológico (como la influencia de las hormonas) y social (por ejemplo, los valores culturales). La organización Mundial de la Salud definió la salud sexual como la integración de elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser humano, por medios que potencien la personalidad, la comunicación y el amor. Todos estos factores se encuentran entrelazados en la sexualidad humana, de manera que no podemos llegar a entenderla si pretendemos separarlos.

Las disfunciones sexuales se definen como aquellas alteraciones que se producen en la respuesta sexual (en las fases de deseo, excitación, orgasmo o resolución) de una persona de manera persistente y recurrente que producen en la persona una sensación de infelicidad, coartan su libertad o constituyen un problema.

Clasificación de las disfunciones sexuales

Deseo sexual hipoactivo (disminución del deseo sexual)

Consiste en una pérdida persistente de las fantasías sexuales y del deseo de realizar actividades sexuales. Ocurre tanto en hombres como en mujeres. El trastorno puede estar relacionado con experiencias traumáticas de la niñez o de la adolescencia, con la supresión de las fantasías sexuales u ocasionalmente con cifras anormalmente bajas de la hormona testosterona (ya sea en hombres o en mujeres). Frecuentemente, el problema se desarrolla tras años de deseo sexual normal. Las causas incluyen aburrimiento en una relación, depresión, alteración del equilibrio hormonal y el uso de sedantes, fármacos ansiolíticos (tranquilizantes) y ciertos hipotensores. Cuando la causa es el aburrimiento, la persona afectada puede tener poco deseo sexual de su pareja habitual, pero puede tener deseo sexual normal o incluso intenso de otra.

Aversión al sexo

Es una aversión persistente y extrema hacia la actividad sexual con evitación de todos (o prácticamente todos) los contactos sexuales genitales con una pareja sexual debido a la ansiedad que le produce el contacto sexual o incluso la idea de algún tipo de contacto sexual. Puede darse en hombres, pero es mucho más frecuente en mujeres. La causa puede residir en traumas sexuales como el incesto, el abuso sexual o la violación, una atmósfera represiva familiar, probablemente unida a una práctica religiosa muy rígida o dolor durante los primeros intentos de relación sexual. En este último caso, la actividad sexual puede recordar a la persona ese dolor aun cuando las relaciones ya no son físicamente dolorosas.

Debe diferenciarse este trastorno y el anterior de la falta de interés en el sexo que no va asociado a la ansiedad u otro tipo de malestar emocional ni supone ningún problema para la persona que lo experimenta, no siendo considerado un trastorno.

Trastorno de la excitación sexual en la mujer

Consiste en la incapacidad persistente o recurrente para obtener o mantener la respuesta de excitación sexual y lubricación vaginal propia de esta fase hasta la finalización de la actividad sexual. El problema puede durar toda la vida o, más frecuentemente, suceder tras un período de funcionamiento normal. Los factores psicológicos como los conflictos maritales, la depresión y las situaciones estresantes son las causas predominantes. Una mujer puede asociar sexo con pecado y placer sexual con sentimientos de culpabilidad. Puede también ser un componente del trastorno el miedo a la intimidad. Algunas mujeres o sus compañeros no saben cómo funcionan los órganos genitales femeninos, especialmente el clítoris, y puede que no conozcan técnicas de excitación sexual.

Trastorno de la erección en el hombre

Consiste en una incapacidad, persistente o recurrente, para obtener o mantener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual. Se considera normal que ocurra de manera esporádica y sólo cobra importancia cuando ocurre al menos en un 25 % de las ocasiones. La causa más frecuente es la ansiedad relacionada con la relación sexual, como el miedo al fracaso. También puede deberse a experiencias sexuales frustrantes o traumáticas, falta de estimulación adecuada, pasividad excesiva de la pareja, aburrimiento y monotonía, estrés, culpa, depresión, el tabaco, el alcohol, etc.

Trastorno orgásmico femenino

Consiste en una ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. Las mujeres muestran una gran variabilidad en el tipo do intensidad de estimulación que necesitan para desencadenar un orgasmo, pero en el trastorno orgásmico femenino, la mujer tiene mucha dificultad para alcanzarlo a pesar de recibir un estímulo apropiado.

El trastorno puede durar toda la vida, se puede desarrollar tras un período de funcionamiento normal o puede ocurrir sólo en ciertas situaciones o con ciertas parejas. Cerca del 10 por ciento de las mujeres no tiene nunca un orgasmo con ninguna clase de estimulación o en ninguna situación. En general, las mujeres pueden tener un orgasmo con la estimulación del clítoris, pero más de la mitad es a menudo incapaz de tener un orgasmo durante las relaciones sexuales con penetración, a menos que el clítoris sea estimulado durante la penetración vaginal.

Entre las posibles causan se encuentran el miedo a “dejarse llevar” en el curso del acto sexual, sentimientos de culpabilidad tras una experiencia placentera, miedo a ser dependientes del compañero o miedo a perder el control, entre otras.

Trastorno orgásmico masculino (eyaculación retardada)

La erección se mantiene pero se produce una ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo. La eyaculación retardada es rara. Sin embargo, a medida que los hombres envejecen, tardan más en alcanzar el orgasmo.

Eyaculación precoz

La eyaculación precoz es una eyaculación que ocurre demasiado pronto, generalmente antes, durante o poco después de la penetración y antes de que la persona lo desee. El problema es frecuente entre adolescentes y puede intensificarse si existe el sentimiento de que la relación sexual es pecaminosa. El miedo a lo desconocido, a provocar un embarazo o a contraer una enfermedad de transmisión sexual, así como la ansiedad acerca de su capacidad para realizar la relación sexual pueden ser factores contribuyentes. Similares preocupaciones pueden persistir durante la etapa adulta e incluso aumentar por problemas en una relación.

Dispareunia

La dispareunia es el dolor genital o pélvico profundo experimentado durante la relación sexual de manera recurrente o persistente, tanto en mujeres como en hombres, aunque es más frecuente en mujeres. Las causas pueden ser físicas o psicológicas. En una mujer que nunca ha tenido relaciones sexuales, un pliegue membranoso (el himen) puede cubrir de modo parcial o por completo la entrada de la vagina. La penetración del pene durante el primer encuentro sexual puede rasgar el himen y ocasionar dolor.

La contusión del área genital puede también producir dolor, así como una inadecuada lubricación vaginal, resultado generalmente de caricias preliminares insuficientes. Un preservativo o un diafragma colocados inadecuadamente o una reacción alérgica a las espumas o a los ungüentos contraceptivos pueden irritar la vagina o el cérvix. Una mujer con dispareunia puede desarrollar ansiedad y miedo a la relación sexual. El odio o la repulsión hacia la pareja sexual son otros problemas que deben ser tenidos en cuenta.

Vaginismo

El vaginismo es una contracción involuntaria de los músculos de la porción inferior de la vagina que impide la introducción del pene. Es el resultado del deseo inconsciente de la mujer de impedir la penetración. Una mujer puede desarrollar vaginismo si las relaciones sexuales han sido dolorosas en el pasado, puede no querer comprometerse en el acto sexual por miedo a quedarse embarazada, a ser controlada por el hombre, a perder el control o a ser herida durante el acto.

Prevalencia

En los hombres, la disfunción sexual más frecuente es la eyaculación precoz (que se da en el 39% de los hombres con problemas sexuales), seguida del bajo deseo sexual (25%), la eyaculación retardada (18%), la disfunción eréctil (14%), la anorgasmia (9%) y la dispareunia.

Entre las mujeres con trastornos sexuales, la disfunción sexual que afecta a un mayor número de ellas es la anorgasmia (42%), seguida del bajo deseo sexual (37%), dispareunia (29%), problemas de excitación (22%) y vaginismo (5%)

Factores psicológicos relacionados con las disfunciones sexuales

a) Factores predisponentes

  • Son factores que pueden predisponer a una persona a padecer disfunciones sexuales:
  • Educación moral y religiosa restrictiva
  • Educación sexual inadecuada
  • Relaciones entre los padres deterioradas durante la infancia
  • Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia
  • Inseguridad en el rol psicosexual durante los primeros años

b) Factores precipitantes

Son factores que pueden actuar como desencadenantes de la disfunción sexual:

  • Parto
  • Problemas de relación de pareja
  • Infidelidad
  • Expectativas poco razonables
  • Disfunción sexual en la pareja con la que se mantiene la relación
  • Algún fracaso esporádico
  • Reacción a algún trastorno orgánico
  • Edad y cambio en la respuesta sexual como consecuencia de ésta
  • Depresión y ansiedad
  • Experiencias sexuales traumáticas

c) Factores mantenedores

Una vez desencadenada la disfunción sexual, existen factores que pueden hacer que perdure a lo largo del tiempo:

  • Ansiedad ante la interacción sexual
  • Anticipación de fallo o fracaso
  • Sentimientos de culpabilidad
  • Falta de atracción entre los miembros de la pareja
  • Comunicación pobre entre los miembros de la pareja
  • Problemas generales en la relación de pareja
  • Miedo a la intimidad
  • Deterioro de la autoimagen, baja autoestima
  • Información sexual inadecuada
  • Escaso tiempo dedicado a las caricias antes de pasar al coito
  • Trastornos psicológicos más generales (ansiedad, depresión, alcoholismo, anorexia, etc.)

Factores médicos relacionados con las disfunciones sexuales

- Deseo sexual hipoactivo

Función hipotalámico-hipofisiaria anómala, insuficiencia renal crónica, trastornos endocrinos (hipertiroidismo, insuficiencia suprarrenal, diabetes), dolor crónico, estados de debilidad y consumo de drogas o alcohol.

- Trastorno de la excitación sexual en la mujer

Vulvovaginitis atrófica, deficiencia de estrógenos, lesiones hipotalámicas, neuropatía alcohólica, hipertensión, diabetes, y consumo de drogas.

 Trastorno de la erección en el hombre

Microfalos, curvatura del pene durante la erección, esclerosis múltiple, lesiones en la médula espinal, priapismo, oclusión arterial, drenaje anormal en los cuerpos cavernosos del pene, déficit de testosterona, excesiva prolactina y beta-estradiol, diabetes, consumo de drogas.

- Trastorno orgásmico femenino

Esclerosis múltiple, neuropatías alcohólicas, lesiones de la médula espinal, diabetes, problemas de glándulas suprarrenales, enfermedades hepáticas, consumo de drogas.

- Trastorno orgásmico masculino

Lesiones en la médula espinal, tumores, esclerosis múltiple, Parkinson, diabetes, alcoholismo, prostatitis, consumo de drogas.

- Eyaculación precoz

Enfermedades locales de la uretra posterior, como la prostatitis, esclerosis múltiple u otros trastornos neurológicos de tipo degenerativo.

- Dispareunia

En la mujer, el dolor en la penetración y en el orgasmo puede deberse a la presencia de himen no perforado o rígido, problemas del clítoris, vulvitis, afecciones dermatológicas, quistes en las glándulas de bartolino, lubricación insuficiente, cicatrices, uretritis, trigonitis, cistitis, vagina corta por defecto congénito, inflamación pélvica, endometriosis, retroversión fija del útero, endometritis, patología ovárica, congestión pélvica, embarazo ectópico, y enfermedad del colon.

En el hombre, el dolor al eyacular puede deberse a prostatitis, uretritis y, en raras ocasiones, lesiones intrauretrales, condiloma acuminado, carcinoma y desgarro de los conductos eyaculatorios, hernias inguinales, vasitis y epididimitis. El dolor ante la erección y la penetración puede ser debido a fimosis, parafimosis, balanitis, balanopostitis, fijación frenular, curvatura del pene erecto y cicatrices de la piel o de los tejidos subyacentes.

- Vaginismo

Himen no perforado o rígido, problemas en el clítoris, vulvitis, afecciones dermatológicas, lubricación insuficiente, cicatrices derivadas del parto, uretritis, cistitis, vagina corta por defecto congénito, inflamación de pelvis, endometriosis, endometritis, patología ovárica, congestión pélvica, embarazo ectópico y enfermedad del colon.

También se pueden producir diversos tipos de alteraciones de la función sexual debido a la ingesta de fármacos.