Autora: Ana Muñoz


Consulta: Tengo 16 años y llevo yendo a un psicólogo desde hace un año, voy porque me resulta difícil expresar mis emociones y eso me causa confusión y a mis amigos/familiares. Sinceramente pensé que era alexitimia pero mi psicólogo dice que no es para tanto y que debo dejar de preocuparme. Pero cada vez que alguien me pregunta qué tal estoy y doy una simple respuesta como "bien" o "normal" a continuación me preguntan: ¿y por qué estás bien? y no sé qué contestar ya que mi mente piensa que estoy bien pero no sé por qué estoy bien y automáticamente pienso estoy bien porque no estoy mal. En cambio mi mejor amiga sufre de depresión, y cuando me habla de cómo se siento entiendo sus sentimientos y eso me enfada porque soy capaz de entender cómo se siente mi amiga pero no como me siento yo.

Respuesta: La próxima vez que alguien te pregunte cómo estás y cuando le respondas: “Bien”, te pregunte que por qué estás bien, prueba a hacer lo siguiente: en vez de responder a esa pregunta, pregúntale “¿Y cómo estás tú? Y cuándo te responda que está bien pídele que te diga por qué está bien. Entonces comprobarás que, la mayoría de las veces, se sentirán tan confundidos como tú. La mayoría de la gente no sabrá cómo responder a esa pregunta y te dirá que está bien porque sí, o porque no está mal (a no ser que le acabe de suceder algo muy bueno o muy malo y tenga un motivo para sentirse estupendamente o fatal). Esto es así porque buena parte del tiempo no estamos ni bien ni mal, sino que estamos en un estado neutro en el que no nos encontramos mal y, por tanto, decimos que estamos bien pero no hay una respuesta clara para explicar por qué. Es nuestro estado normal, cuando no estamos “alterados” para bien o para mal por ninguna emoción.

Si repasamos la lista de expresiones con las que definimos las emociones humanas, vemos que la mayoría reflejan estados extremos o momentáneos, como ira, tristeza, alegría, miedo, confusión, pánico, culpa, etc. Esas emociones están causadas por determinados sucesos. Por ejemplo, si se te rompe tu teléfono o si te toca la lotería sientes una determinada emoción como respuesta a esos sucesos. Y seguramente sabes muy bien lo que sentirías en esos casos, ¿no?

A lo largo del día, puedes sentir algunas de esas emociones momentáneamente (como respuesta a sucesos, pensamientos recuerdos, etc.),  pero la mayor parte del día no sentirás ninguna de ellas, sino que sentirás emociones más moderadas como tranquilidad, equilibrio, normalidad, y pretender que alguien te explique por qué se siente simplemente normal no tiene mucho sentido; es como preguntarte por qué eres una persona.

Por tanto, no te preocupes por saber lo que sientes en cada momento o por qué lo sientes, ya que no te hace falta. Céntrate en vivir el momento, en las cosas que haces (ya sea leer, estudiar, divertirte, etc.). No necesitamos saber lo que sentimos continuamente, sino solo cuando tus emociones son demasiado intentas o te crean problemas o cuando tienes que tomar una decisión que implique a tus emociones o preferencias.