Autora: Ana Muñoz


Consiste en una alteración del sueño clasificada dentro de las parasomnias (acontecimientos conductuales, verbales o experienciales no deseados que suceden durante el sueño).

El sonambulismo tiene como característica principal la aparición de episodios repetidos que implican levantarse de la cama y deambular por la casa mientras la persona aún permanece dormida. Tiene lugar durante el primer tercio del sueño nocturno o del período de sueño mayor.

Durante el episodio de sonambulismo, el sujeto tiene una disminución del estado de vigilia y no reacciona a los estímulos, o lo hace con gran dificultad. Sus ojos están abiertos, la mirada permanece fija y perdida. Si despierta durante el episodio, no es capaz de recordar nada de lo sucedido y suele presentar también confusión y desorientación en un primer momento, aunque recupera con rapidez las funciones cognitivas y comportamentales normales. Después puede volver a retomar el sueño y al despertar por la mañana no suele recordar nada de lo sucedido.

En ocasiones simplemente permanecen sentados en la cama, observando confusos a su alrededor (es lo que se llama despertar confusional) mientras que otras veces se levantan y caminan por las habitaciones, suben y bajan escaleras e incluso pueden salir del edificio en el que se encuentran. A veces, pueden presentarse comportamientos inapropiados o extraños durante el episodio, como orinarse en la habitación o en una papelera, mover los muebles, etc. Algunas personas hablan durante el episodio de sonambulismo. También pueden comenzar a hacer tareas rutinarias de sus vidas diarias o comer. En algunos casos se dan comportamientos hostiles o violentos.

En casos pocos frecuentes, el individuo puede entrar en su coche y conducirlo incluso una gran distancia. Puede tener lugar alguna conducta de tipo sexual o exposición de su cuerpo.

La duración de este estado puede ir desde unos minutos a media hora.

El sonambulismo puede aumentar debido a la existencia de ciertos estímulos internos o externos, así como por situaciones estresantes de índole psicosocial o consumo de alcohol o sustancias sedantes. Los estados febriles o la deprivación del sueño también pueden aumentar la probabilidad de que aparezcan episodios de sonambulismo.

Las personas adultas que padecen sonambulismo pueden presentar también otras alteraciones del sueño, como terrores nocturnos, así como algún tipo de trastorno de personalidad asociado. Si bien, esto es poco frecuente en el caso de los niños.

Puede resultar muy difícil despertar a un sonámbulo y al despertar se sienten confusos debido a que no recuerdan nada. Los adultos recuerdan a veces fragmentos de lo sucedido y sólo en raras ocasiones tienen un recuerdo claro de todo lo que ha pasado.

Algunas personas pueden comportarse de forma violenta al ser despertados o durante el transcurso del episodio, sobre todo en el caso de los hombres.

El sonámbulo puede volver a la cama mientras aún está dormido, o bien puede despertar en mitad del episodio, a veces en otra habitación de la casa, sin ser consciente de cómo ha llegado hasta ahí.

La frecuencia de los episodios es variable. En algunos casos puede suceder incluso varias veces en la misma noche. El principal riesgo consiste en llegar a hacerse daño a uno mismo o a la persona con quien comparte la cama o habitación.

Causas

Los terrores nocturnos y el sonambulismo comparten muchas causas comunes, que son las siguientes:

  • Falta de sueño
  • Hipertiroidismo
  • Migrañas
  • Lesión cerebral
  • Encefalitis
  • Infarto
  • Estrés físico o emocional
  • Síndrome premenstrual
  • Apnea obstructiva
  • Otros trastornos del sueño
  • Viajar
  • Dormir en lugares no familiares
  • Uso de alcohol y drogas
  • Ruido o luz
  • Fiebre en niños

¿A qué edades suele darse?

El sonambulismo suele aparecer entre los cuatro y los ocho años, aunque la incidencia mayor se sitúa alrededor de los 12 años de edad. Suele remitir espontáneamente en la adolescencia.

En los niños puede considerarse normal. Lo habitual es que caminen tranquilamente hacia alguna luz o hacia la habitación de sus padres. A veces pueden salir a la calle o salir por la ventana, al tejado, lo cual puede suponer un riesgo para ellos. Los niños más mayores pueden ser más activos. No es extraño que los niños con sonambulismo tengan también terrores nocturnos, suelan hablar mientras están dormidos o hayan tenido despertar confusional a una edad más temprana.

Es raro que este tipo de episodios aparezcan por primera vez en la edad adulta, y cuando sucede, puede deberse a la existencia de alguna enfermedad neurológica subyacente o al consumo de alguna sustancia. Tiende a hacerse crónico en los adultos.

Prevalencia

Debemos distinguir entre el episodio de sonambulismo y el trastorno de sonambulismo. El primero hace referencia a episodios aislados, mientras que el sonambulismo como trastorno supone la aparición de episodios repetidos con frecuencia que provocan malestar o afectación general.

La incidencia de episodios de sonambulismo en la población adulta oscila entre un 1% y un 7% . En el caso de los niños, se calcula que entre un 10% y un 30% han presentado al menos un episodio de sonambulismo.

El 80% de los sonámbulos presenta antecedentes familiares de sonambulismo o terrores nocturnos.

¿Cuando es necesario visitar a un especialista?

El sonambulismo en niños es bastante normal y no suele necesitar ningún tratamiento. Los padres simplemente deben vigilar al niño para impedir que pueda hacerse algún daño.

Los adultos deberían visitar a un médico en caso de comenzar a padecer episodios de este tipo.