Autora: Ana Muñoz


El psicólogo cognitivo e investigador Seymour Epstein es el autor de un libro llamado Contructive thinking: the key to emotional intelligence (Pensamiento constructivo: la clave de la inteligencia emocional) en el que habla de dos sistemas de pensamiento: la inteligencia racional (el CI) y la inteligencia experiencial, que está relacionada con la experiencia de las emociones y abarca tres tipos de inteligencia (emocional, social y práctica).

El pensamiento constructivo es el pensamiento de la inteligencia experiencial y en los estudios realizados por Epstein y sus colaboradores han visto que está relacionado con el éxito en el trabajo, la salud física, el ajuste emocional, el éxito en las relaciones personales y una mayor satisfacción en la vida en general.

ÍNDICE:

1. Tus dos mentes

  • La inteligencia racional
  • La inteligencia experiencial

2. Ventajas de la mente experiencial

3. Pensamientos y emociones

4. Cómo es el pensamiento constructivo

5. Los buenos pensadores constructivos...

6. Cómo ser un buen pensador constructivo

7. ¿Son constructivos tus pensamientos?

  • Pensamientos destructivos comunes
  • Respuestas mentales secundarias destructivas comunes
  • Comportamientos destructivos comunes

8. Cómo entrenar tu mente experiencial

  • Usar la mente racional para entrenar la mente experiencial
  • Influir la mente experiencial mediante la experiencia directa

9. ¿Cómo puedes aprender de tu mente experiencial?

  • Aprende de tus propios sentimientos
  • Aprende de tu fantasía e imaginación

1. Tus dos mentes

La inteligencia racional

Es la que todos conocemos desde hace tiempo y a la que nos referimos cuando hablamos de cociente intelectual o CI.

Tradicionalmente, se ha concedido más importancia a este tipo de inteligencia. Sin embargo, se ha visto que un CI alto no garantiza el éxito en la vida, las relaciones o el trabajo. Para eso hacen falta otro tipo de habilidades, que son precisamente las relacionadas con la inteligencia experiencial.

No obstante, es verdad que un CI alto y una alta inteligencia experiencial siempre pueden ayudar a lograr un mayor éxito que un CI bajo y una alta inteligencia experiencial.

Funciona siguiendo reglas establecidas, es lenta, consciente, analítica, lógica. Es la que utilizamos, por ejemplo, para hacer un cálculo matemático.

La inteligencia experiencial

Se basa en la experiencia vivida, es automática, preconsciente, rápida, fácil y está relacionada con las emociones y la personalidad. Se basa en aquellos pensamientos que aparecen en nuestra mente de manera automática ante cualquier acontecimiento de nuestra vida, y en modos más generales de ver el mundo, a nosotros mismos y a los demás, aprendidos en la infancia y a lo largo de nuestras vidas y experiencias y que forman parte de nuestra forma de ser. Por ejemplo: "Pienso que no se puede confiar en nadie" o "Pienso que en el fondo todo el mundo es bueno".

La inteligencia experiencial funciona por asociaciones en vez de por lógica, estableciendo relaciones entre acontecimientos que tienen una fuerte carga emocional. Es decir, si un acontecimiento sigue a otro, significa que el primero ha causado el segundo. Por ejemplo, cuando Javier tuvo un gran éxito en una reunión de trabajo el día que se puso su camisa amarilla, después se ponía siempre esa camisa cuando tenía una reunión importante. Por supuesto, su mente racional le decía que eso era una tontería , mientras que su mente experiencial le estaba diciendo lo contrario.

Por lo general, ambas mentes trabajan unidas, de modo que no nos damos cuenta de su existencia, excepto en los momentos en los que existen contradicciones entre ambas. Es decir, cuando la cabeza nos dice una cosa y el corazón otra distinta.

2. Ventajas de la mente experiencial

Suele ser adaptativa en la mayoría de las situaciones y nos permite tomar decisiones con facilidad y rapidez, sin tener que pensar. Cuando decimos "tengo un presentimiento o una corazonada" estamos usando este tipo de pensamiento automático. Sin embargo, puede producir problemas a menudo, debido a que se aplica fácilmente a situaciones en las que no tiene sentido utilizarlo. Por ejemplo, si tu padre fue un hombre alto, delgado y serio, que te hizo la vida imposible durante mucho tiempo, es posible que al ver a un hombre de similares características lo consideres una mala persona de manera automática nada más verlo. Tal vez no te des cuenta de lo que pasa y pienses que ese hombre te da mala espina, o tal vez utilices luego tu mente racional y descubras lo que está pasando realmente. Por supuesto, en otras ocasiones, esas corazonadas o presentimientos son acertados. Cuando hablas con alguien que acabas de conocer estás recibiendo mucha información (sus gestos, su postura, su mirada, su tono de voz, sus palabras, etc). Sería imposible (y requeriría demasiado tiempo) procesarla toda conscientemente, de modo que tu mente experiencial se encarga de ese trabajo mientras que tu mente racional atiende sólo a sus palabras y poco más.

Con toda esa información puedes hacerte, en muchas ocasiones, una idea acertada sobre ciertas características de esa persona. Tal vez tu mente preconsciente haya visto en su mirada y en sus gestos lo mismo que viste en otras personas que resultaron no ser dignas de confianza. Y es posible que tu corazonada, que apenas sabes de dónde viene, te esté ayudando a evitar un posible peligro. Piensa, por ejemplo, en lo que sientes cuando alguien te mira fijamente sin motivo. Te pones en tensión y estás vigilante y alerta a sus movimientos. Tu mente experiencial, cuya antigüedad se remonta a muchos millones de años de evolución, te está diciendo que la mirada fija puede significar una agresión inminente.

Pensamientos y emociones

Como hemos indicado, el pensamiento de la inteligencia experiencial (o pensamiento constructivo) está relacionado con las emociones. Esto significa que este pensamiento es el mediador entre los acontecimientos de nuestra vida y lo que sentimos. La mayoría de la gente tiende a pensar que son los acontecimientos los que provocan los sentimientos. "Me he enfadado porque ha hecho algo muy feo", dicen.

O bien: "Si le quiero tanto no puede ser mala persona". Sin embargo, nuestras emociones no son algo incontrolable que surjan como respuesta al medio sin que podamos evitarlo y sin que tengamos nada que ver en su aparición. De hecho, nuestro pensamiento es la clave fundamental a la hora de sentir una u otra cosa.

3. ¿Cómo es el pensamiento constructivo?

Los principales componentes del pensamiento constructivo son el afrontamiento emocional y el afrontamiento conductual. Las personas que tienen niveles altos en estas dos facetas suelen ser buenos pensadores constructivos. Otras facetas no menos importantes, pero en las que conviene tener un nivel bajo son: el pensamiento categórico, pensamiento supersticioso, pensamiento esotérico y optimismo ingenuo.

Afrontamiento emocional. Se relaciona con la capacidad para manejar adecuadamente los sentimientos negativos. Los buenos afrontadores emocionales tienen bajos niveles de estrés, no se toman las cosas personalmente, no son demasiado sensibles al rechazo y al fracaso y no se preocupan por cosas que no pueden controlar.

Afrontamiento conductual. Se trata de un pensamiento orientado a la acción. Las personas que son buenas en esto, piensan en modos efectivos de solucionar los problemas y se ponen en marcha, son optimistas, aceptan los retos y se arriesgan, ya que piensan que las cosas saldrán bien.

Optimismo ingenuo. Ser optimista está bien, pero los optimistas ingenuos van mucho más allá y son optimistas sin fundamento. Piensan que si pasa algo bueno, siempre sucederán cosas buenas. Aunque suelen caer bien a los demás y son buenos políticos, tienen una visión simplista de la realidad, son ingenuos, tienden a evitar las realidades desagradables y no toman las debidas precauciones.

Pensamiento categórico. Los pensadores categóricos tienen un pensamiento dicotómico, en términos de blanco o negro, son intolerantes, sólo admiten su punto de vista y piensan que opiniones diferentes a las suyas son errores. Clasifican a la gente como buena o mala, perdedores o ganadores, amigos o enemigos.

Pensamiento supersticioso. No está relacionado con las supersticiones tradicionales, sino con las personales. Por ejemplo, creer que si te sucede algo bueno, después te pasará algo malo para compensar, o creer que si hablas de algo que quieres hacer se "gafará". Estas personas se centran más en defenderse de lo malo que pueda pasarles que en conseguir ser felices y disfrutar de la vida. Si esperan de antemano que algo salga mal, no se arriesgan a sufrir una desilusión. Son pesimistas y tienden a deprimirse con facilidad.

Pensamiento esotérico. Está relacionado con las supersticiones tradicionales (romper un espejo, pasar bajo una escalera) y los fenómenos paranormales e inusuales. Por ejemplo, creer en amuletos de la suerte, control mental, fantasmas, percepción
extrasensorial. Si el grado de pensamiento esotérico no es demasiado alto puede indicar una apertura a nuevas ideas y un pensamiento flexible. Sin embargo, si es demasiado alto, indica una dificultad a la hora de usar su capacidad de crítica.

4. Los buenos pensadores constructivos...

Son personas que se aceptan a sí mismas y a los demás.

Piensan que su vida tiene un propósito y un sentido.

Son optimistas, pero de un modo realista

No hacen generalizaciones de sus experiencias, tanto positivas como negativas. Es decir, no piensan que por haber suspendido el examen de conducir van a suspender siempre, o que si han ganado una partida de cartas van a tener siempre suerte en el juego.

Se enfrentan a la incertidumbre y a las complejidades de la vida diaria, en vez de recurrir a las supersticiones y a otras formas de pensamiento mágico para explicar o controlar su ambiente.

Manejan las emociones negativas con un mínimo de estrés y se ponen en marcha para resolver los problemas de la vida diaria de un modo efectivo, en vez de estar lamentándose sin hacer nada.

Están orientados a la solución de problemas, en vez de dedicarse a juzgarse a sí mismos y a los demás.

Son pensadores flexibles que saben adaptar su comportamiento a las distintas situaciones de la vida y ven tanto el lado bueno como el malo de las cosas. El buen pensador constructivo "acepta lo que no puede cambiarse, cambia lo que puede cambiarse y conoce la diferencia entre ambas cosas".

Los malos pensadores constructivos, en cambio...

Les dan vueltas continuamente a los acontecimientos negativos

Se centran más en el lado negativo de las cosas

Piensan de modo categórico (blanco o negro)

Se preocupan excesivamente

En general, piensan de modos que aumentan su infelicidad y malestar sin que ese pensamiento les lleve a algo bueno o a solucionar el problema.

5. Cómo ser un buen pensador constructivo

1. Identifica tus pensamientos automáticos. El primer paso para poder cambiarlos es llegar a ser consciente de esos pensamientos automáticos preconscientes. Para ello puedes guiarte por tus emociones, de modo que cada vez que estás en una situación en la que te sientes mal, presta especial atención a lo siguiente:

  • Lo que te dices a ti mismo. Cuanto más intensa sea la emoción más evidentes (y fáciles de detectar) serán los pensamientos automáticos.
  • Las imágenes mentales. Si te imaginas, por ejemplo, en una situación humillante, es muy probable que sientas vergüenza.
  • Cómo lo que te dices y lo que imaginas está influyendo en tus sentimientos y emociones.
  • Cuando las emociones no son muy intensas resulta un poco más complicado detectar los pensamientos automáticos. En estos casos prueba a decirte diferentes cosas hasta que encuentres alguna frase que intensifique esos sentimientos. Con la práctica te irá resultando cada vez más fácil.

2. Identifica tus procesos mentales secundarios

Son otros pensamientos automáticos que siguen y son consecuencia de los primeros. Por ejemplo, alguien critica tu trabajo y tú lo interpretas como un ataque, de modo que tu pensamiento automático es "me ha insultado". Después aparecen otros pensamientos (procesos secundarios), como "me las va a pagar" o "bueno, tal vez no ha sido un insulto" o bien "tendré que mejorar para que no vuelva a pasar esto" o "es mejor no hacerle caso".

3. Identifica tus respuestas conductuales

Los pensamientos automáticos pueden llevarte a actuar de un modo otro. En el ejemplo anterior, tu comportamiento dependerá de lo que has pensado. Por ejemplo, puedes atacar verbalmente a quien te criticó; ponerte a trabajar más duro, no hacer nada en absoluto, etc.

4. Identifica tus "zonas sensibles"

Se trata de aquellas cosas que te sacan de quicio y ante las cuales reaccionas con más intensidad que la mayoría de las personas. Son un indicio de que tu pensamiento constructivo es muy malo en esos casos y necesitas mejorarlo. Por ejemplo, puedes ser especialmente sensible al rechazo, al fracaso, a lo que otros piensen de ti, etc.

6. ¿Son constructivos tus pensamientos?

Una vez que conoces tus pensamientos automáticos tienes que evaluar hasta qué punto son constructivos o destructivos. Para ello puede ayudarte la siguiente lista, donde aparecen las principales formas de pensamiento no adaptativo:

1. Pensamientos destructivos comunes

Pensamiento categórico: pensamiento polarizado de todo o nada, blanco o negro, bueno o malo, olvidando lo que hay en medio. Ejemplo: o saco un sobresaliente o soy un fracaso.

Sobreestimar el significado (exageración): significa exagerar la importancia de los acontecimientos (hacer una montaña de un grano de arena). Pregúntate si lo que sucede (o las consecuencias que crees que tendrá) son tan graves como supones.

Generalización excesiva: suponer que lo que sucede en una o varias situaciones va a suceder en todas o casi todas las situaciones. Pregúntate: "Si he visto tres perros blancos, ¿significa eso que todos los perros son blancos?".

Etiquetado: aplicar etiquetas a la gente o a los acontecimientos y luego actuar como si la etiqueta describiera a toda la persona o acontecimiento de modo exacto. Si aplicas a una persona o cosa la etiqueta de aburrido, tenderás a pensar que siempre es así sin tener en cuenta información contradictoria (tal vez esa persona tiene facetas divertidas que desconoces).

Interpretar los retos como amenazas: Si sientes miedo o ansiedad tal vez estás viendo la situación como una amenaza. Prueba a verla como un reto que quieres superar.

Personalización: tomarse las cosas como algo personal; suponer, sin justificación, que eres el centro de atención de otras personas. Por ejemplo, pensar: "si ha salido de la habitación es porque no le interesa lo que estoy diciendo" mientras hablas con un grupo de personas o das una conferencia; en vez de pensar que ha podido salir por cualquier otro motivo que nada tiene que ver contigo.

La tiranía del "debería": cuando te sientes mal porque las cosas no son como piensas que deberían ser. Puedes aceptar la realidad tal y como es, cambiando lo que puedes cambiar y aceptar lo que no puedes cambiar, o bien, puedes martirizarte y deprimirte porque las cosas no son como tú querrías que fuesen.

Optimismo ingenuo: pensamiento positivo exagerado y no realista que implica pensar que todo saldrá bien siempre y que nada malo puede pasarte hagas lo que hagas.

Suponer la validez de los sentimientos: significa suponer que si tienes un sentimiento fuerte sobre algo, debe de ser cierto. Por ejemplo, "si le amo tanto tiene que ser una buena persona". Pero recuerda que los sentimientos no reflejan la realidad, sino la interpretación que hacemos de ella, la cual puede ser correcta o incorrecta.

Suponer intencionalidad: significa suponer que cuando la gente hace algo que hiere tus sentimientos, tenían la intención de producir ese efecto. Por ejemplo, "si estoy tan enfadado es que has hecho algo muy feo". Puede ser que ya estuvieses enfadado y que, por eso, interpretes una broma inocente como un insulto.

Pensamiento negativo: interpretar los acontecimiento prestando atención sólo al lado negativo. Recuerda que siempre puedes encontrar algo positivo; búscalo.

El chivo expiatorio: buscar algo o alguien a quien culpar por tu malestar o tus problemas.

Conclusiones precipitadas: significa hacer juicios precipitados basándote en evidencias insuficientes. Cuanto más exaltado estés, más probabilidad tienes de hacer esto, dejando de lado tu mente racional. Si no tienes suficientes datos para considerar algo como cierto, considéralo sólo una hipótesis.

Reglas de interpretación inadecuadas. Significa interpretar los acontecimientos usando reglas demasiado rígidas. Por ejemplo, para una persona muy sensible al rechazo, una crítica será siempre un ataque y nunca una evaluación constructiva.

Hipótesis inverificables: se trata de creencias que no pueden demostrarse. Con dichas hipótesis puedes hacer dos cosas: descartarlas como inútiles o mantenerlas si te hacen sentir bien (como las creencias religiosas). Por ejemplo, suponer que nadie te va a querer nunca es una hipótesis inverificable que te hace sentir mal, por lo que es mejor descartarla.

2. Respuestas mentales secundarias destructivas comunes

Normalmente, tus pensamientos destructivos serán seguidos por otros pensamientos que se derivan de los primeros. Por ejemplo, alguien te hace una crítica, la interpretas como un ataque y eso te lleva a pensar que deberías vengarte. Entre los más comunes se encuentran los quince pensamientos destructivos anteriores más las siguientes respuestas:

Pensamiento no realista: se trata de un pensamiento inexacto. Suele darse cuando somos muy sensibles a un determinado tema y no se hace una evaluación objetiva de la realidad. Sin embargo, no todo pensamiento no realista es inadecuado. A veces es mejor darle a una persona el beneficio de la duda y ser optimista.

Negación: negarte a aceptar como cierto aquello que no quieres creer. Por ejemplo, negar la existencia de una enfermedad grave.

Autodenigración: pensar que eres un fracasado, estúpido, sin valor, inadecuado, etc. Este pensamiento generalmente implica generalización excesiva, pensamiento categórico e hipótesis inverificables.

3. Comportamientos destructivos comunes

Tras los pensamientos destructivos y las respuestas mentales secundarias, puede producirse una acción. En el ejemplo anterior, tras considerar la crítica un ataque y decidir vengarte, podrías atacar verbalmente a esa persona.

Ataque. Significa intentar herir a alguien física o psicológicamente. A veces es un modo de protegerte, pero la mayoría de las veces es mejor ser asertivo y hacer valer tus derechos o exponer tus puntos de vista sin atacar.

Expresiones emocionales descontroladas: expresar libremente tus emociones sin tener en cuenta las consecuencias. Los buenos pensadores constructivos muestran un mayor control sobre sus emociones, sin dejarse llevar por ellas ni reprimirlas.

Autocastigo. Cuando te castigas a ti mismo por considerarte una persona inadecuada o estúpida.

Dependencia. Buscar la ayuda y el consejo de otros en exceso o en situaciones en las que deberías apañártelas por ti mismo.

Expresión emocional excesivamente controlada: control emocional excesivo que interfiere con tu espontaneidad e impide relaciones satisfactorias y que lleva a la evitación de los problemas más que a su solución.

Independencia excesiva. Insistir en hacer las cosas por ti mismo cuando sería mejor hacerla con ayuda de otros. Ten en cuenta que a las personas que te quieren les gusta saber que cuentas con ellas y poder ayudarte de vez en cuando.

Retirada. A veces está bien abandonar la lucha si no está dando ningún fruto pero retirarse y no hacer nada puede perjudicarte en casos en los que podrías solucionar el problema si te implicaras y tomaras parte activa.

7. Cómo entrenar tu mente experiencial

Para modificar tus pensamientos automáticos inadecuados y convertirte en un buen pensador constructivo, puedes hacer lo siguiente:

Usar tu mente racional para entrenar tu mente experiencial

Al final del día, revisa cuáles han sido las experiencias que te han hecho sentir mal.

Anota qué has sentido, cuáles han sido tus pensamientos automáticos y hasta qué punto han sido constructivos (usa una escala del 1 al 7), tus procesos secundarios y tus comportamientos antes esos acontecimientos.

Anota luego cuáles serían los pensamientos y comportamientos más constructivos.

Cuando hayas hecho esto muchas veces, el proceso acabará siendo automático.

Influir la mente experiencial mediante la experiencia directa

Cuando hayas trabajado en tus pensamientos automáticos y sepas cómo influyen en ti y cómo volverlos más constructivos, tal y como explicamos en el punto 1, hazlo también en la práctica.

Por ejemplo, es posible que tu pensamiento automático te empuje a evitar determinadas situaciones. Si piensas “no seré capaz de hacerlo” y nunca lo intentas, no tendrás la experiencia que te demuestre que sí puedes hacerlo.

8. ¿Cómo puedes aprender de tu mente experiencial?

A) Aprende de tus propios sentimientos (emociones, “vibraciones” o corazonadas y estados de ánimo)

Cuando habla de aprender de los sentimientos, Epstein se refiere concretamente a las emociones (miedo, rabia, tristeza, alegría, etc), que suelen ser intensas y fáciles de identificar; las “vibraciones” (vaga sensación de inquietud, malestar, agitación, que no tienes del todo claro), y estados de ánimo (emociones que se prolongan durante cierto tiempo). Los dos últimos son más difíciles de identificar, de modo que es fácil atribuirlos a causas incorrectas. “Si no entiendes tus vibraciones y tus estados de ánimo, ellos te controlarán”.

Las emociones ya has aprendido a manejarlas en el apartado anterior; ahora puedes empezar a aprender de tus estados de ánimo y vibraciones:

Aprende de tus “vibraciones"

Supongamos que estás a punto de empezar un nuevo negocio, pero tienes cierta sensación de incomodidad que te echa para atrás. Si analizas de dónde procede esa sensación y a qué se debe, obtendrás una información valiosa. Por ejemplo, puedes descubrir que uno de tus socios, que además es un buen a migo, no es la persona idónea para ese trabajo porque no tiene los conocimientos apropiados. En este caso, tendrás que buscar alguna solución para este problema. O, por el contrario, puedes descubrir que tienes miedo de no hacerlo bien, en cuyo caso tendrás que hacer frente a ese pensamiento transformándolo en otro más constructivo y seguir adelante.

Para aprender de tus vibraciones a través de la imaginación, sigue estos tres pasos:

  • Imagina la situación mientras atiendes a las vibraciones que aparecen.
  • Determina si tus vibraciones están relacionadas con experiencias pasadas y cómo se relacionan, recordando acontecimientos pasados que producen vibraciones similares a la que estás sintiendo.
  • Evalúa la validez de tus vibraciones y decide si deberías hacerles caso, ignorarlas o buscar un compromiso entre ambas mentes.

Aprende de tus estados de ánimo: focalización

“Mientras que las emociones indican cómo interpretas automáticamente acontecimientos específicos, tus estado de ánimo, indican cómo interpretas automáticamente tu vida en general”.
La focalización consiste en convertirse en un observador pasivo de los propios sentimientos, dejando que los pensamientos surjan espontáneamente. Siéntate en un lugar tranquilo, relájate y céntrate en el sentimiento cuyo origen quieres descubrir (por ejemplo, depresión).

Pueden aparecer todo tipo de pensamientos que no tienen nada que ver, hasta que llega un momento en que surge alguno que guarde relación con ese sentimiento del que partías (por ejemplo, que lo intensifique). De este modo tendrás una idea de su origen. Por ejemplo, puede que al centrarte en ese sentimiento de tristeza, surja un pensamiento como “estoy destrozando mi vida por no hacer tal o cual cosa” que intensifique tu malestar.

B) Aprende de tus fantasías e imaginación

Puedes influir tu mente experiencial y mejorar tu pensamiento constructivo no sólo a través de al experiencia, sino también mediante la imaginación. Aquí tienes dos modos de hacer esto:

Ensaya en la imaginación nuevas formas de comportarte

Para hacer esto, recrea en tu imaginación la situación que te molesta y lo que sientes cuando actúas de un modo determinado. Por ejemplo, tu jefe te da más trabajo del que deberías hacer. ¿Cómo te sientes? ¿Qué haces? ¿Cuáles son las consecuencias más probables de tu conducta? Después ensaya modos alternativos de comportarte, presta atención a lo que sientes y a las consecuencias a corto y largo plazo de ese comportamiento. Por último, ensaya la manera en que deseas comportarte, primero en imaginación y luego en la realidad.

Usa la fantasía para alcanzar niveles más profundos de la mente experiencial

Algunos problemas pueden tener su origen en experiencias pasadas a las que no podemos acceder fácilmente. Cuando tengas algún sentimiento negativo que no puedes explicar, relájate y deja que aparezca en tu mente cualquier escena. Es aconsejable hacerlo con ayuda de un profesional, como en el siguiente ejemplo: Beatriz llevaba varios meses sintiéndose irritable y deprimida. Al hacer este ejercicio se ve a sí misma corriendo asustada por un monte mientras alguien la persigue. Su terapeuta le pregunta: “¿Por qué te persigue?” “No lo sé”, responde, “creo que quiere matarme”. “Piensa en algún modo de resolver ese problema”, le dice el terapeuta. Se da cuenta de que la persona que la persigue no lleva ningún arma y decide detenerse y plantarle cara. “¿Por qué me persigues?” le pregunta. “Cumplo órdenes de alguien”, responde el perseguidor. “Llévame hasta esa persona”, dice Beatriz, y ambos se ponen encamino...

Es decir, es como un sueño consciente en el que tomas parte activa y utilizas el lenguaje metafórico de tu mente experiencial para solucionar un problema y sentirte mejor. No importa que Beatriz nunca supiera exactamente qué significado tenía su perseguidor; basta saber que reflejaba un problema que ella logró solucionar. El uso continuado de la fantasía de esta manera, la ayudó a sentirse mejor y a encauzar su vida del modo apropiado dejándose llevar por la sabiduría de su mente experiencial, quien en todo momento supo cuál era el problema de Beatriz, así como su solución, aunque su mente racional no pudiera (o no se atreviera) a explicarlo.