Autora: Ana Muñoz


La inteligencia emocional (IE) es muy importante para llevar una vida satisfactoria. Una buena inteligencia emocional nos ayuda a llevarnos mejor con los demás, entendernos mejor a nosotros mismos, regular adecuadamente nuestras emociones y tener un mayor éxito en la vida.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Es la capacidad para identificar, entender, utilizar y manejar correctamente nuestras emociones de un modo que nos sirva para comunicarnos de manera efectiva, aliviar el estrés, empatizar con los demás y afrontar las dificultades y problemas sin vernos desbordados por nuestras emociones. La inteligencia emocional nos ayuda a saber lo que estamos sintiendo nosotros y a saber lo que sienten los demás. Así, una persona con una alta inteligencia emocional sabe interpretar mejor las expresiones y lenguaje corporal de los demás y darse cuenta más fácilmente cuando una persona se siente dolida, ansiosa, interesada, etc.

La inteligencia emocional tiene tres características principales:

1. Reconocer las emociones. Una alta inteligencia emocional te ayuda a saber identificar bien tus emociones. Sabes lo que sientes y por qué y sabes cómo tus emociones influyen en ti. Conoces tus fortaleces y tus debilidades.

2. Manejar las emociones. Si tienes una alta inteligencia emocional, sabes controlar tus impulsos, no dejas que las emociones se vuelvan tan intensas como para descontrolarte y manejas tus emociones de un modo saludable. Esto te permite adaptarte bien a los cambios, afrontar problemas o retos sin venirte abajo y manejar situaciones difíciles.

3. Entender a los demás. La alta inteligencia emocional te ayuda a entender las emociones, necesidades, deseos y preocupaciones de otras personas porque captas con más facilidad lo que pasa dentro de ellos. Esto nos ayuda a ser más comprensivos y tolerantes, relacionarnos mejor con los demás y saber lo que sienten incluso aunque no lo digan con palabras. También nos ayuda a sentirnos más a gusto a nivel social, trabajar mejor en equipo, comunicarnos de manera efectiva, inspirar e influir en los demás y manejar mejor los conflictos con ellos.

Cómo influye en ti y en tu vida la inteligencia emocional

Puedes ser una persona con un alto CI (cociente intelectual) y una gran capacidad de aprendizaje pero si al llegar a un examen sientes una ansiedad muy intensa y no eres capaz de manejarla, es probable que apenas puedas responder a una pregunta a pesar de haberlo preparado a conciencia. La inteligencia emocional es la que te ayuda a manejar esa ansiedad. Por tanto, la IE influye en muchos aspectos de tu vida:

El rendimiento en el trabajo o estudios. Una buena IE te ayuda a controlar el estrés y otras emociones negativas en el trabajo y estudios, dirigir y motivar a otros, relacionarte bien con los compañeros, jefes y subordinados y tener éxito.

La salud física. Si no manejas bien tus emociones, problemas y relaciones con los demás, es muy probable que tu nivel de estrés sea elevado. Un nivel crónicamente elevado de hormonas del estrés puede dar lugar a diversos problemas físicos, como hipertensión, debilidad del sistema inmunitario, dolores y contracturas, etc.

La salud mental. La baja inteligencia emocional te hace más vulnerable a problemas de ansiedad y depresión y otros trastornos psicológicos.

Tus relaciones con los demás. Como ya hemos comentado, tus relaciones con los demás serán mejores cuanto más alta sea tu inteligencia emocional. Serás más capaz de entender a los demás, resolver conflictos, tener más claro cuáles son tus sentimientos y expresarlos de un modo adecuado.

Para aumentar tu inteligencia emocional…

a) Aprende a conocer tus emociones

No todas las personas están en contacto con tus emociones. Si de niños nuestros padres reaccionaban de un modo negativo ante nuestras emociones puede que no hayamos aprendido a manejarlas correctamente y las consideremos algo malo que hay que evitar. En función de tu experiencia emocional en la infancia, puedes haber aprendido a tener miedo a tus emociones, no tener claro lo que sientes, sentirlas de un modo demasiado intenso que no sabes manejar, etc. Esta visión negativa puede hacer que huyas de ellas.

Sin embargo, si deseas aumentar tu inteligencia emocional, es importante que sepas identificar tus emociones y estés en contacto con ellas.

Si estás en contacto con tus emociones:

  • Las sientes a lo largo del día como una especie de flujo cambiante, puesto que las emociones pueden ir y venir en función de lo que pienses, hagas o suceda a tu alrededor: una llamada de teléfono que te sobresalta, un recuerdo que te hace sonreír, una idea que te motiva, una bebida caliente que te reconforta, un comentario de alguien que te molesta… Las emociones van y vienen continuamente.
  • Sabes que a veces van acompañadas de sensaciones físicas, como un nudo en el estómago, el corazón latiendo deprisa, etc.
  • Puedes ponerles nombre a las diversas emociones que sientes, identificándolas como ira, tristeza, decepción, alegría, vergüenza, etc.
  • Sabes que puedes sentir varias emociones a la vez e identificar cuáles son.
  • A veces experimentas fuertes emociones que son lo bastante intensas como para llamar tu atención y la de los demás, como una gran ira o una tristeza profunda.
  • Prestas atención a tus emociones y las usas a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo, decides no aceptar una invitación de una persona que no te parece de fiar.

Si algunas de estas experiencias no te resulta familiar, es posible que no estés del todo en contacto con tus emociones.

Cómo estar más en contacto con tus emociones

El método más sencillo y fácil para ser más consciente de tus emociones consiste en practicar mindfulness. El mindfulness (término que significa “atención plena”) consiste en centrar toda tu atención en el momento presente y observar lo que sucede sin juzgar.

A lo largo del día, presta atención a lo que pasa dentro de ti, céntrate en ese flujo continuo de emociones y sensaciones que estás experimentando: sientes una ligera somnolencia, un poco de tensión empieza a acumularse en tu espalda por una mala postura, te acuerdas de alguien y sonríes, te asustas por un fuerte sonido, etc. Sé consciente de todo eso e identifica de qué emoción se trata.

Cuando sientas emociones más intensas, sé también consciente de ellas, obsérvalas, identifícalas con su nombre (tristeza, ira, vergüenza, etc.). Si son varias emociones juntas, identifícalas a todas.

Sé consciente también de otras sensaciones que acompañan a tus emociones, como dolor físico u otras sensaciones físicas, así como de los pensamientos. Puedes descubrir, por ejemplo, que ese malestar que has sentido de repente se debe a que has pensado algo desagradable.

En resumen, proponte prestar toda la atención posible a tus emociones a lo largo del día. Hazlo como lo haría un observador imparcial o un científico que se limita a observar la realidad sin juzgar ni hacer ningún tipo de valoración. Tan solo estás tratando de conocerte mejor no de juzgarte.

b) Manejar adecuadamente tus emociones

Para manejar correctamente las emociones es importante controlar su intensidad. Nadie tiene problemas para controlar una emoción de intensidad leve pero cuando es muy intensa puedes acabar descontrolándote.

1. Identificar la emoción. No puedes manejar tus emociones si ni siquiera sabes lo que sientes. Por tanto, pon nombre a tu emoción.

2. No juzgues. Las personas estamos constantemente juzgándolo todo, incluidos nosotros mismos y lo que sentimos. Si tras darte cuenta de que sientes una determinada emoción empiezas a emitir juicios de valor pensando cosas como: “No debería sentirme así, debería saber controlarme, soy idiota por dejar que esto me afecte…”entonces lo que consigues es sentirte aún peor. Por tanto, observa tus emociones sin juzgarlas como buenas o malas, limítate a darte cuenta de que están ahí y son como son.

3. Acepta tus emociones y la situación. Acepta lo que sientes y lo que ha sucedido tal y como es. Tal vez luego puedas cambiarlo pero por ahora es lo que hay y no va a desaparecer por odiarlo. Aceptar una situación no significa someterse pasivamente a ella. Implica tan solo reconocer que existe. Por ejemplo, aceptar que tu pareja te maltrata significa reconocer que sucede y que seguirá sucediendo mientras sigas a su lado. Esta aceptación de la realidad tal y como es, puede ayudarte a romper esa relación. Si no aceptas lo que pasa puede que sigas pensando que mañana cambiará y todo será maravilloso. Aceptar que alguien te ha insultado significa reconocer que eso ha sucedido, que no puedes borrarlo ni hacer que desaparezca y que de nada sirve amargare pensando que no debería haber pasado.

4. Controla tu atención. La atención es una herramienta mucho más poderosa de lo que crees. Si sientes una emoción negativa intensa y centras toda tu atención en ella, la estarás alimentando y fortaleciendo. Si alguien te insulta y centras tu atención en lo horrible que es esa persona y lo intolerable que es lo que ha hecho, tu ira será cada vez mayor. Pero tú eliges dónde deseas centrar tu atención. Por ejemplo, si alguien te insulta puedes centrar tu atención en pensar en una reacción apropiada para que no vuelva a pasar, para hacerle entender que su comportamiento no es aceptable o para cualquier otro objetivo que desees alcanzar. Es decir, puedes centrar tu atención en pensamientos que no valen para nada excepto para hacerte sufrir más (no debería haber sucedido, es horrible, no puedo soportarlo, no es justo, es una persona despreciable…) o centrarla en pensamientos que te ayuden a buscar una solución, a hacer algún cambio constructivo, a aceptar la realidad o a dejarlo pasar. O puedes centrarla en algo totalmente distinto, como el momento presente en vez del pasado. Si elijes bien dónde centrar tu atención, habrás dado un gran paso en la regulación de tu emociones.

5. Dejar ir. Las personas tendemos a aferrarnos a muchas cosas, tanto positivas como negativas. Nos aferramos a cosas que nos gustan y nos aferramos a sucesos negativos dándole vueltas en nuestra mente una y otra vez. Pero en la vida nada permanece, todo cambia, nada es para siempre. A veces, algo bueno desaparece de tu vida y, otras veces, surge algo malo. Si te propones vivir en el presente y dejar el pasado en donde debe estar: en el pasado, entonces te evitarás todo ese malestar emocional que las personas se provocan a sí mismas por su tendencia a aferrarse a todo, a no poder olvidar, a negarse a aceptar que esa persona o cosa que ama ya no está en su vida… Cuanto más vivas en el presente, más serena y calmada será tu vida emocional.

Por tanto, no dejes que tu mente se vea atrapada y perturbada por sucesos del pasado que ya no puedes cambiar. Déjalos ir y vive el ahora.

6. Busca conexiones entre lo que piensas y lo que sientes. Los pensamientos generan emociones. Por tanto, cambiando tus pensamientos cambiarás tus emociones. Si piensas: “Soy una persona horrible, despreciable, no valgo para nada, no lograré nada en la vida…” entonces sentirás depresión y desesperación. Si piensas: “Tengo defectos y he cometido errores pero hago lo que puedo y eso es suficiente para mí”, entonces te sentirás mucho mejor. Por tanto, vigila tus pensamientos y trata de usarlos de un modo constructivo. Son un arma muy poderosa.

6. Aprende a ser asertivo. Muchas veces tus emociones se descontrolan porque no conoces el modo adecuado de responder ante la presión de los demás. Por ejemplo, alguien no para de insistirte para que hagas algo que no deseas y no sabes qué hacer o decir para librarte de esa persona. Entonces empiezas a sentir alguna emoción negativa cada vez con más intensidad, como ira o impotencia.

8. Aprende a calmarte y consolarte. Es muy importante que una persona sepa consolarse a sí misma. No podemos evitar que nos pasen cosas desagradables, que nos afecten, nos alteren o nos hagan sentir muy mal. Saber consolarte en momentos así puede aportarte un gran alivio. Para hacerlo:

  • Puedes usar palabras como: “Venga, cálmate, respira hondo, no pasa nada, lo harás bien, etc.”
  • Puedes hacer cosas que te hagan sentir bien: un baño relajante, escuchar música, ver una película de risa, hacer ejercicio, ir a la playa o al campo, etc.
  • Puedes pasar un rato con gente agradable.

9. Aprende a ser más paciente. La impaciencia puede ser una fuente importante de emociones negativas y descontrol emocional. Para controlar tus impulsos, usa las dos herramientas principales que se mencionan en este apartado: tu pensamiento y tu atención. Centra tu atención en el momento presente y la tarea que tienes ahora entre manos y no en lo mucho que te gustaría comerte ese enorme pastel que te hará romper tu dieta. En cuanto a tu pensamiento, úsalo de un modo que te ayude a ser más paciente.