Autora: Ana Muñoz


Debido al uso de las vacunas, muchas de las enfermedades que afectaban a los niños son ahora raras y los accidentes constituyen hoy en día la principal amenaza.

En cambio, las enfermedades menores suelen ser parte de la niñez. Tos, estornudos, dolor de estómago y nariz tapada son síntomas que podemos observar con frecuencia en los niños. Suelen durar entre 2 y 14 días y rara vez requieren atención médica. Son enfermedades que ayudan a los niños a lograr la inmunidad ante enfermedades más graves y por eso conviene dejar que sigan su curso sin intervenir a no ser que sea absolutamente necesario.

Los problemas respiratorios son comunes en la niñez. Entre los tres y los cinco años de edad, los niños suelen tener de siete a ocho resfriados al año. Más adelante, durante la niñez intermedia padecen menos de seis resfriados al año. El número es menor debido al desarrollo del sistema respiratorio y el sistema inmunitario.

Los accidentes son muy comunes a estas edades. En promedio, los niños se lastiman una vez cada tres horas: cuando juegan con otros niños, cuando corren o saltan, cuando se caen, etc. La mayor parte de estos golpes no son graves y se olvidan con facilidad.

Los accidentes son la principal causa de muerte en la niñez, sobre todo los accidentes de tráfico. Los niños que no están protegidos en sillas adecuadas en los automóviles tienen 11 veces más probabilidad de morir en un accidente. Sin embargo, los niños inquietos a menudo se rebelan y se niegan a usar los cinturones de seguridad y los padres aceptan esta negativa sin insistir. Un estudio realizado en Australia encontró que educar a los niños de preescolar sobre la importancia de usar los cinturones de seguridad tenía mejores resultados que multar a los padres.

En segundo lugar, los accidentes fatales ocurren dentro del hogar. Niños que se caen en piscinas, en la bañera o por las escaleras, ingieren sustancias venenosas, se queman, se atragantan con pequeños objetos, se caen de los carros del supermercado, caen desde sitios elevados, etc.

En los centros de cuidado, los niños suelen sufrir menos lesiones que en sus casas y casi la mitad de las lesiones que se producen en estos centros suceden en los campos de juego. Esto puede solucionarse cubriendo los suelos con materiales blandos que absorban los impactos, como madera aglomerada o arena.

Los adultos que están a cargo del cuidado de niños han de saber mantener un equilibrio entre darle al niño la libertad que necesita para su correcto desarrollo y protegerlo de los posibles daños.

Otro problema típico en la niñez es el hecho de chuparse el dedo después de los seis años de edad. Hacia los seis años de edad, los niños empiezan a perder los dientes de leche. Incluso la caída del primer diente es importante para el desarrollo de la mandíbula y de los dientes permanentes. Estos dientes permanentes se ven afectados por el hábito de chuparse el dedo. Si los niños no dejan de chuparse el dedo antes de los seis años, sus dientes pueden verse afectados para siempre.

El hecho de chuparse el dedo no es un indicativo de problemas emocionales, sino más bien un hábito. A los niños con más de cuatro años que se chupan el dedo puede colocárseles un dispositivo dental que corrige cualquier malformación de los dientes y además ayuda a acabar con este hábito. Suele tener una efectividad de un 80 %.

La influencia del ambiente en la salud de los niños

Algunos niños padecen menos enfermedades y lesiones que otros. En parte, esto es debido a la herencia, que puede predisponer a algunos niños a padecer determinadas enfermedades, pero el ambiente ejerce una influencia considerable.

Aspectos como la nutrición, el cuidado del niño, el vecindario, la frecuencia de contacto con otros niños o la presencia de sustancias nocivas pueden afectar la salud de los niños.

Los niños de familias numerosas se enferman con más frecuencia que los de familias pequeñas. Los niños que acuden a centros de cuidado tienen una probabilidad de dos a cuatro veces mayor de contraer enfermedades infecciosas, como resfriados, diarrea o gripe, y también tienen más probabilidades de contraer enfermedades gastrointestinales más serias, como hepatitis A o gastroenteritis.

Sin embargo, en centros de cuidado de alta calidad, donde se planea la nutrición con cuidado y se detectan y tratan las enfermedades con rapidez, los niños tienen una salud mejor que los que se crían en casa.

Las personas encargadas del cuidado de niños pueden tomar las siguientes precauciones para reducir a menos de la mitad el índice de enfermedades:

  • Enseñar a los niños a lavarse las manos después de ir al baño y lavándose las manos ellas mismas con frecuencia, sobre todo después de cambiar pañales.
  • Separar los niños que usan pañales de quienes están aprendiendo a usar el baño.
  • Preparar los alimentos lejos de las áreas de aseo.
  • Desinfectar con regularidad los juguetes y el equipo de trabajo.
  • No dejar a los niños compartir sus alimentos.

El estrés

El estrés en la familia, debido a sucesos como mudanzas, divorcios, cambio de empleo o muerte, parece aumentar la frecuencia de enfermedades menores y accidentes.

Los niños se ven afectados por el estrés de los adultos, debido que puede verse reducida la capacidad del adulto para cuidar de niño, con una reducción de las medidas de higiene y seguridad.

La pobreza

Los niños pobres tienen un mayor riesgo de sufrir lesiones y enfermedades. Con frecuencia, no comen bien, no crecen de forma adecuada y no reciben vacunas o atención médica. Suelen vivir hacinados, sin servicios sanitarios apropiados y con padres demasiado preocupados por conseguir alimento como para ocuparse adecuadamente de ellos.

No es raro que durante el embarazo la madre no se alimente bien o no reciba un cuidado prenatal adecuado y sus bebés tienen mayor probabilidad de nacer con bajo peso. Estos niños suelen estar desnutridos. Por este motivo son más débiles y tienen más probabilidad de enfermar. Además, tienden a presentar problemas emocionales o de comportamiento y discapacidades en su aprendizaje.

Los niños pobres que no tienen hogar suelen tener aún mayores problemas. Tienden a padecer depresiones severas y ansiedad, a presentar índices elevados de retraso en su desarrollo y tienen dificultades de aprendizaje y problemas de comportamiento como agresión y retraimiento.

Intoxicación por plomo

El envenenamiento por plomo (saturnismo) afecta a niños de todos los niveles económicos. El plomo llega a la sangre de los niños procedente de agua o alimentos contaminados, al llevarse los dedos a la boca o inhalar partículas de polvo en guarderías o escuelas con pintura a base de plomo.

Incluso niveles bajos de plomo pueden reducir el desempeño en pruebas de inteligencia y el trabajo escolar y pueden afectar funciones de motricidad fina y gruesa. El envenenamiento con un nivel bajo de plomo puede tratarse. Después del tratamiento los niños obtienen niveles normales en test de inteligencia.

En estados Unidos, se produjo un descenso de plomo en la sangre al retirarlo de la gasolina y de la soldadura de los envases para productos enlatados.